Cartas del diablo a su sobrino es un libro tan mínimo como inagotable. Es valiente, claro, inteligente, breve, divertido y estimulante.
En la primera se recomienda al aprendiz de diablo que no se preocupe demasiado de las lecturas de su «víctima».
Ya no se vive de argumentos:
Ahora no piensa, ante todo, si las doctrinas son «ciertas» o «falsas», sino «académicas» o «prácticas», «superadas» o «actuales», «convencionales» o «implacables». (…). ¡No pierdas el tiempo tratando de hacerle creer que el materialismo es la verdad! Hazle pensar que es poderoso, o sobrio, o valiente; que es la filosofía del futuro. Eso es lo que le importa.
Un buen bocadillo puede apartarles de la tentación de plantearse cosas:
les resulta totalmente imposible creer en lo extraordinario mientras tienen algo conocido a la vista (…)