Morris. La coronación del Everest

everest.inddEn la cordillera de Himalaya, en la frontera entre los herméticos Nepal y Tibet, se encuentra la cima más alta de la tierra. Fue cartografiada en 1856 como Pico XV y hubo intentos serios de escalarla desde 1921. Mallory, el inglés que escalaba montañas “porque están ahí”, desapareció allí en 1926. Nunca se sabrá si fue el primer hombre en la tierra en poner sus pies a 8.848 metros a nivel del mar. Hillary, otro inglés, contemplando las montañas de Nepal en 1921, había escrito en su diario: “¡Qué grandeza del mundo! Casi todos los misterios están ya despejados y apenas quedan tierras desconocidas por contemplar”. Quedaba el Everest. En mayo de 1953, coincidiendo con la coronación de la reina Isabel en Inglaterra, Hillary y el sherpa Tenzing, formando parte de una expedición dirigida por Hunt, la pisarán oficialmente por vez primera. Un hito del S. XX.

En esa ocasión, por primera vez, un periodista profesional de The Times acompañó a la expedición y empleó un complejo sistema de porteadores y mensajes cifrados para transmitir sus crónicas. Cinco años después de los hechos publicó este libro. Morris hace un buen periodismo en fondo y forma, con buen estilo y agradables dosis de ironía británica. Iba en la retaguardia de la expedición y no fue testigo presencial directo del hecho. No se centra en las cuestiones técnicas del alpinismo ni da excesivos detalles, y se ocupa más de transmitir impresiones y valorar lugares, personas y situaciones. Es evidente que la hazaña deportiva le impresionó, pero también nos hace llegar con buen pulso y pasión el ambiente de Katmandú, el carácter de los protagonistas o cuestiones marginales como la vida de los sherpas o la leyenda del Yeti.

Materializando el verso de Tennyson que se cita (“Luchar, buscar, encontrar y no rendirse jamás”), la pasión por el descubrimiento y por alcanzar los lugares extremos del planeta mueve misteriosamente a los alpinistas de alto nivel. Con su mezcla de orgullo, ambición, esteticismo, mística y masoquismo, estos aventureros pueden inspirarnos también para la vida cotidiana a ras de tierra.

Entrevista a Jaime Salinas

SALINAS_Oficio_editorNo me ha caído del todo bien Salinas. Y eso que he pagado por este libro. Agnóstico militante, liberal de izquierdas, gran bebedor y con un novio islandés. Modesto, desdeñoso y elegante. Solitario y culto. Hijo de Pedro Salinas y exiliado. Editor independiente y solitario, extraterritorial que trabajó en Seix Barral, Alfagüara, Alianza editorial, y en la dirección general del libro. Casi todo el libro es una supuración (un poco pesada) de la herida del exilio y del franquismo.

Me he anotado su cualificada recomendación de las Memorias que escribió la viuda de Osip Mandelstam, y leer algo más de García Hortelano.

Ensayos de Natalia Ginzburg

GINZBURG_EnsayosEn España se editaron juntos los dos volúmenes de escritos breves de la Ginzburg: Nunca me preguntes y No podemos saberlo. Yo no hubiera titulado este volumen Ensayos pues no son tales. Se trata de artículos. Son sencillos y a la vez profundos. Interesa todo lo que cuenta. Abundan los asuntos biográficos personales y los temas literarios y cinematográficos. También cuestiones de fondo como el aborto, Dios, feminismo o judaísmo. Otros hablan de política (del PC) y de amigos vivos y muertos. Comentarios sobre cuadros, viajes o música completan los temas.

Hay un artículo muy bueno sobre la crítica literaria y otro que me ha gustado especialmente sobre la sexualidad. Su justificación del aborto es obtusa e impropia de una mujer con su inteligencia. Cuando habla de Dios y de la fe lo hace con condescendencia y a la vez, yo lo veo así, con mal disimulada envidia.

Muy presentes Levi, Calvino, Einaudi, Pavese y otros italianos menos conocidos (Landolfi, PennaFlaiano, etc).

Un libro claramente destacable.