Familia recoge dos novelas cortas de Natalia Ginzburg. No son muy buenas.
La primera, Familia, contiene una maraña de relaciones y traiciones consentidas que resultan pesadas de leer y poco verosímiles. Los personajes se multiplican en pocas páginas. Es como un equilibrista con varios platillos que deja agotados y ansiosos a los espectadores. La segunda, Burguesía, habla de una viuda. La mujer del cuñado de la viuda se lía con el marido de la hija de la viuda. Y hay gatos.
Un retrato detallista y descarnado de auténticos campeones del despiste. Gente mediocre y vacía. Lo positivo: brevedad y estilo.