Blog sobre lecturas de Javier Cercas Rueda
Nos encantan las listas. Aunque sólo han pasado 13 años de este siglo, ya estamos seleccionando los mejores libros del S.XXI. ABC lo hizo el domingo con estas restricciones: cien encuestados, sólo novela, sólo españoles:
Los 10 títulos más votados, por este orden:
1. Vargas Llosa, La fiesta del Chivo
2. Chirbes, Crematorio
3. Marías, Tu rostro mañana (trilogía)
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En 1999 Weigel publicó su monumental biografía de Juan Pablo II. Faltaba su relato de los últimos 6 años de vida del pontífice polaco pero no publicó, como yo esperada, una edición ampliada, sino un segundo libro que tituló El final y el principio.
La segunda parte es la continuación natural e imprescindible, en forma y fondo, del libro de 1999. La extensa primera parte es una prolija relación de la lucha de Juan Pablo II contra el comunismo que, sinceramente, me ha cansado un poco. La tercera es un balance de luces (muchas) y sombras de uno de los pontificados más largos de la historia, una especie de radiografía transversal de todo lo ya narrado en el libro de 1999 y en la segunda parte de este de 2010. Completan el volumen 100 páginas más de notas, bibliografía e índices.
Juan Pablo II es un personaje inmenso, al que además tengo mucho cariño, así que para mi esta era una lectura ineludible. Weigel me parece serio, enterado y equilibrado. El énfasis que pone o quita a determinados asuntos puede ser algo discutible, pero el conjunto es muy acertado a mi modo de ver.
Todo el que escribe de Fernando Quiñones cita irremediablemente el elogio que hizo de él Borges. Ven, acabo de hacerlo yo mismo. Lo cierto es que es un escritor importante y casi desconocido. Me he acordado de él porque ayer me quejaba con unos amigos de la manía de representar fonéticamente el modo de hablar que tenemos los andaluces. Me resulta en general algo grotesco, simplista y patético, de obra de teatro cutre o de españolada cinematográfica. Como si los andaluces fuéramos unos cómicos a tiempo completo que están todo el día diciendo ozú y chiquiyo mientras ensayan verónicas por el pasillo de su casa.