Los libros que buscan sobre todo entretener y gustar a un gran público basan su estrategia en tres puntos: estilo sencillo sin grandes pretensiones literarias, una buena historia de arquitectura compleja pero comprensible y provocar emociones inmediatas y básicas (tensión, suspense o compasión). Dicho de otro modo, castellano correcto y sencillo, buen argumento y ritmo. Reyes Calderón, vallisoletana, madre de nueve hijos, doctora en Economía y Filosofía, ha ido aprendiendo este oficio a lo largo de cinco novelas y hace aceptablemente bien esas tres cosas. Además, desde su tercera novela, Las lágrimas de Hemingway, está intentando crear un personaje, enriqueciéndolo de una novela a otra. La anterior, Los crímenes del número primo, de la que vendió 35.000 ejemplares, estaba lastrada por pretensiones de estilo, defecto que ahora ha corregido en parte. Por otro lado, se ha centrado esta vez en un argumento más convencional y menos barroco, y la historia ha ganado en fluidez.
Categoría: Castellano
Arte poética según Borges
Borges es para mi una especie de astro al que hay que exponerse con prudencia, en pequeñas dosis, para evitar quemaduras. Hay que tenerle siempre a mano. Una página suya nos saca de la crisis de desánimo que nos puede entrar con tanta cosa mediocre como se publica y leemos. El juega en otra división, y hay que recordar su castellano antes de decir de algo que «es bueno» o «está bien escrito». A la vez, casi siempre me resulta un poco frío e excesivamente intelectual y erudito para mi gusto.
Tengo desde hace años sus obras completas (5 vols. del Círculo de Lectores) y voy poco a poco avanzando, con calma.
Ahora he leído, en otra edición, las Norton Lectures, seis conferencias que pronunció en Harvard entre ocubre de 1967 y abril de 1968, en inglés. En España las ha publicado la Editorial Crítica bajo el título Arte poética.
Los titulos de las intervenciones son:
Saber perder
De la primera novela de David Trueba me llamó la atención el estilo ágil y fresco, la rapidez cinematográfica y la imaginación. Me desagradó el humor macabro, las groserías, lo morboso de algunas situaciones, la ridiculización de la religión y el excesivo peso de las cuestiones sexuales.
La segunda la dejé pasar pues leí que estaba centrada en las correrías sexuales de los protagonistas.
La tercera la he leído hasta la mitad. Tres generaciones de una familia: