Peter Robinson

Peter Robinson ha escrito quince novelas protagonizadas por el inspector Alan Banks, de la policía de Londres. En RBA encontrarán varios títulos (El camaleón, El peso de la culpa, la colina de los cuervos o Entre las sombras).

Acabo de leer esta última. Los seguidores de este blog recordarán que me sugirió el nombre de Robinson una entrevista a Michael Connelly.

Hay tres casos combinados: un voyeur, unos ladrones y el asesinato de la anciana. Implicados: la propia mujer de Banks, una psicóloga que le ayuda con el mirón y los vecinos de la anciana.

Es una buena novela. No responde a la etiqueta de thriller que no te deja respirar ni hay explosiones de violencia. Es desagradable toda la cuestión del voyeur, un género de violencia en la que se profundiza psicológicamente. El estilo es correcto y agradable, no excesivamente literario pero tampoco vulgar.

Clasifico mentalmente: autor para tener en cuenta pero no un número uno.

007

Hace un par de años me llamaron la atención los libros de Fleming dedicados al agente 007. Fueron reeditados todos en castellano, en bolsillo, y me hice con un par de ellos, a ver qué tal. Dr. No y Goldfinger. Están bastante bien.

Luego, por una cosa o por otra, no continué, pero ahí están, disponibles para cuando pueda hacerles un hueco. Ahora he encontrado esta lista que hice y la dejo aquí por si les sirve. Son novelas dignas y decentemente escritas, con buenas tramas y personajes bien hechos, especialmente, como es lógico, el de Bond.

Si las siguientes películas de Craig son tan buenas como Casino Royale, es buen momento para dar una oportunidad a las novelas de Fleming y ambientarse antes de verlas.

Banville lo intenta de nuevo

El escritor irlandés John Banville reincide bajo seudónimo en una novela negra. Igual que en El secreto de Christine (Alfaguara, 2007), el forense Quirke es incapaz de hacer su trabajo y parar. Además de rajar y pesar el cadáver de Laura, él quiere saber qué pasó, pues está claro que ya estaba muerta cuando la arrojaron al agua. Los hechos le conducen a una sórdida y desagradable historia de drogas y pornografía.

Banville, en cuanto a contenidos, ha escogido el camino más fácil para sus novelas de misterio. El mal es representado sin sutilezas ni matices, a través de personajes primarios sin frenos a la hora de satisfacer sus instintos. Todos sus intentos de plantear otras cuestiones al margen del enigma, como hace toda buena novela negra, se ven arrinconados por lo asfixiante y obsceno de la trama principal. Así ocurre cuando se intenta reflexionar sobre la ley y la justicia, sobre las relaciones matrimoniales o paterno-filiales, o sobre el peso del ambiente en la educación.

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