Favoritos de la Fortuna

He terminado el tercer volumen. Aunque el proyecto es largo, veo claro que conviene leerlo seguido para no perderse. Hay que meterse en ese mundo para captar su coherencia. Se parece al nuestro en bastantes aspectos pero hay cosas muy diferentes.

Se presta atención a nuevos detalles: el mundo religioso tan particular de los romanos, el desarrollo de las causas judiciales y, por fin, los juegos y los gladiadores. En algún momento he pensado que hay tanto detalle en estos libros que pierdes un poco el conjunto. Lo tengo menos claro ahora en el momento de escribirlo.

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La técnica en la escritura

E.: ¿Qué técnica utiliza para alcanzar su estándar?
W. F.: Deje que el escritor se dedique a la cirugía o a la albañilería si lo que le interesa es la técnica. No existe una manera mecánica de escribir, no hay atajos. El escritor joven sería un estúpido si siguiera una teoría. Enséñate a ti mismo por tus propios errores: la gente sólo aprende a partir de los errores. El buen artista cree que nadie es lo bastante bueno para darle consejos. Posee una vanidad suprema. Por mucho que admire al viejo escritor, quiere superarlo.
……….
E.: Entonces ¿niega la validez de la técnica?
W. F.: De ninguna manera. A veces la técnica se ocupa del sueño antes de que el propio escritor pueda encargarse de él. Ese es el tour de forcé y la obra acabada consiste simplemente en colocar bien apilados los ladrillos, dado que el escritor debe conocer todas y cada una de las palabras hasta al final antes de escribir la primera.(…) Pero cuando la técnica no interviene, la escritura también resulta más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se alzan y se encargan de las cosas y terminan el trabajo, digamos que en algún punto en torno a la página 275. Claro que no sé qué ocurriría si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad para juzgar su trabajo, además de la sinceridad y la valentía de no engañarse sobre él. Dado que ninguna de mis obras ha cumplido con mis propios estándares, tengo que juzgarlas basándome en la que me causó más dolor y angustia, al igual que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se hizo cura.

Entrevista a William Faulkner en Paris Review, 1956.

James Lasdun

Vi posibilidades a Lasdun en Psique, pero no se confirmaron en Siete mentiras.

Stefan Vogel nació y creció en la Alemania comunista de los setenta. Cuando su padre cae en desgracia y trunca una brillante carrera diplomática, su madre reacciona abandonándose a veleidades intelectuales y artísticas, persiguiendo a toda costa un prestigio social que se le estaba escapando. La primera mentira de Vogel vino para complacerla. Al plagio de unas poesías siguieron otras falsedades y a éstas otras más, en un proceso de autodegradación al que no se le veía límite. Luego vinieron su impopularidad en el colegio, el abandono por el padre del hogar familiar, la universidad y la iniciación en el amor. Tras tocar fondo en su vida conoce a un grupo teatral pacifista y a la que será su mujer, Inge, con la que huirá a Estados Unidos.

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