Guía sobre Tolkien

Nunca estoy mucho tiempo separado de Tolkien. Ahora ha sido el turno de una breve pero enjundiosa guía de acercamiento al autor. La escribió Andrew Blake en 2002. 100 páginas.

Repasa la vida del autor, sus principales obras, las críticas que ha recibido (pocas), los elogios (muchos), sus temas, sus claves, etc.

He tomado varias notas (influencias literarias, algunos detalles de su grupo oxoniense Inklings, etc), entre ellas algunos títulos:

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El mar, de Banville

El Mar. Booker del año pasado (o de hace dos). De Banville leí hace unos años El libro de las pruebas. ¿De qué iba? Ni idea. Con eso lo digo todo. Este año tuve que reseñar El secreto de Christine, una especie de policiaca que firmó con seudónimo. Discreta. Todo el mundo ponía tan bien El mar que lo pedí al Círculo. Pero ha descansado meses en la estantería y un libro tras otro se le iba colando. Por fin lo he leído y no está mal.

Un historiador del arte pasa una temporada en una casa donde veraneó de pequeño y se relacionó con una familia de dos hijos. Intenta reponerse de la muerte de su mujer. El texto alterna recuerdos de la vida con ésta y de sus últimos meses, con los de la familia. El texto es divagatorio e intimista y ahí está su interés. La historia con la familia es convencional (despertar al amor, primeros escarceos sexuales, crueldad infantil) y es más interesante la relación con su mujer (qué se dan uno al otro en la vida de pareja, que se ocultan, el vacío de la separación, la relación con la hija, etc). Tiene buenos momentos que me han recordado las mejores novelas de McEwan. Toda la novela, en los recuerdos de niñez, tiene un fuerte ambiente sensual, como si el descubrimiento de la carnalidad fuera el acontecimiento esencial de la adolescencia.

No he terminado de entender qué tiene que ver el mar (¿imagen de “oleadas” de sentimientos y recuerdos?) en toda la historia.

Hemingway y los toros

La tauromaquia tiene un poderoso atractivo emocional y estético que naturalmente no ha pasado inadvertido a la literatura. La ciencia del toro ha llegado a desarrollar todo un vocabulario propio y las mejores crónicas de corridas están más próximas a la literatura que al periodismo.

Cuanto ocurre en los cuatro años de vida de un toro bravo tiene sentido sólo para que durante los quince minutos que pasa en la plaza se comporte como un animal de lidia: fuerte, noble, valiente, una y otra vez atacando. Su oponente, el torero, es a la vez técnico y artista, necesita el valor porque su conocimiento no impide al cien por cien que arriesgue su vida. Puede hacer su trabajo con verdad, como se llama a dominar al animal sin trucos, sin ventajas, con pureza. Cuando el animal sale a la plaza en edad, peso y fuerzas adecuados, con sus defensas intactas, con su instinto no manipulado, y cuando el torero se entrega inspirado en conjunción de poder y de valor, se produce un milagro de una belleza plástica y una hondura que pocas artes pueden alcanzar.

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