Una historia que pone los pelos de punta. Eva y Franklin son personas ya maduras que deciden tener un hijo. Kevin se muestra desde el principio un ser despiadado y carente de toda empatía hacia los demás. El asunto acaba (se sabe desde el principio) en una matanza en su instituto.
Un año después de esos hechos, y a lo largo de otro año, Eva escribe unas cartas a Franklin, que le ayudan a reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido y qué ha llevado a eso en los primeros 16 años de Kevin.
Su descripción del embarazo y de los meses anteriores refleja una de las visiones más egoístas de la vida con las que me he encontrado en ningún otro libro. Eva y Franklin son personas sensibles, cultas y sutiles y ella sabe profundizar en todo lo que cuenta. El relato es de una sinceridad brutal y despiadada. Kevin resulta tan diabólico que llega un momento en que ya nada nos sorprende de él. El final, con sorpresa incluída, es indescriptiblemente atroz.
Sé que hay una película posterior, que no tengo ningún interés en ver.
Un libro impactante y bastante bien escrito del que, en mi opinión, deben prescindir.
