La trayectoria de los peces

Todos los años hacen fortuna uno o dos libritos de estos. Historias de adultos contadas por niños. Suelen ser simplones, o sentimentales, o de un tono insoportable, o todo ello a la vez. Este no está del todo mal, sobre todo porque el tono es aceptable y no está escrito para imbéciles. Papá y mamá se van a separar y el hijo quiere hacer algo y se lo pide a Dios. Hay una nevada espectacular y cambian algunas cosas.

El autor no debía estar muy convencido de la entidad del asunto y mete tres historias más, las que él debe considerar representativas de un barrio «normal»: una pareja de gays, un padre abandonado y alcohólico y una bailarina de strip-tease. Parabolitas bienintencionadas que no van más allá de la solidaridad y una concepción bastante ligth del amor, la libertad y la sexualidad.

Pero bueno, dentro de lo que hay, el fondo general es optimista. No es para tirarse a comprarlo a la librería, pero si cae en sus manos…

Tolstoi. Confesión

Tolstoi crece creyendo cada vez más en la razón. Su obsesión es el perfeccionamiento intelectual y el progreso. Vagamente, quiere ser moralmente bueno. Se sabe perteneciente a la élite artística y social. Pero es honesto y llega un momento de su vida es que se hace las preguntas existenciales básicas. No encuentra respuesta sobre el sentido de la vida ni en las ciencias especulativas ni en las experimentales. Concluye que la vida es una broma estúpida, un mal absurdo; al final espera el dragón de la muerte y, hasta entonces, los ratones del dolor, la vejez y la enfermedad. Sólo caben cuatro salidas: la ignorancia, el epicureísmo, el suicidio o la debilidad de no hacer nada. Pero no se atreve a suicidarse.

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Stuparich

La isla es una pequeña miniatura de Stuparichsobre el encuentro de padre e hijo en la fase final de la vida del primero. Este relato narra el apogeo de una historia que hemos de inventar nosotros. Aquí sólo sabemos de un cáncer de esófago avanzado y de un hijo que interrumpe sus vacaciones para acompañar unos días a su padre. Quiere volver por última vez a la isla que le vio nacer.

Bellas descripciones, tono poético y una evidente intención de estilo, son los rasgos formales más destacados de La isla.

Los temas: la vida y la muerte, la voz de la sangre (generosidades, gestos, silencios), el dolor, abandonarse sin pudor al hecho de necesitar a los demás, el sentido de la vida. Todo muy elíptico y como a brochazos. No da tiempo a más en un relato.

Una lectura agradable pero que me ha sabido a poco. Muy elogioso el postfacio final de Magris.