Dahl. El que siembra sangre

Misterioso no estuvo mal. Ahora se publica la segunda de la serie, de 1998 en realidad. Se me ha hecho muy pesada y la he terminado en diagonal. Un asesino en serie americano vuela a Suecia y el Grupo A (Paul Hjelm más cinco polis más) se pone en alerta máxima. Hay mucho de la vida personal de los componentes del grupo, abundantes reflexiones sociológicas sobre Suecia, detalladas descripciones de lugares e interminables conversaciones e interrogatorios. Todo esto ralentiza mucho la marcha de la novela.

Al final: una historia de psicópata con ingredientes de venganzas familiares, toques políticos y algunos militares ultrapatrióticos enamorados de las armas y la tortura. El modus operandi del serial killer es especialmente morboso y macabro. Abundan los tacos y las expresiones vulgares.

Me esperaba más, porque la primera apuntaba maneras. Lo positivo, una pista menos que seguir.

Lindell

Marian Dahle acaba de incorporarse a la brigada criminal de la policía de Oslo. Su infancia difícil de hija adoptada le ha dejado tocada para su relación con los demás, y no será fácil su integración en el nuevo grupo, liderado por Cato Isaksen, pese a demostrar repetidamente su intuición y tenacidad, junto a su capacidad para juntar piezas y adelantarse. Se enfrenta a dos casos, quizás relacionados: la desaparición de un niño y la muerte de una inmigrante ilegal.

La narración es extraordinariamente intensa, tanto en la descripción de la investigación criminal, resuelta en una compleja y sorprendente secuencia de hechos, como en la evolución de las relaciones de Marian con sus nuevos compañeros, especialmente con su jefe inmediato. Hay un buen equilibrio entre los dos ejes de la novela, en la que queda claro desde el principio que la intriga policial no es el único ni principal motor. Una prueba es que el lector suele saber cosas antes que los investigadores, cuando lo normal es que las descubran a la vez. La autora esquiva el fácil reclamo de la violencia explícita y brutal y trata sin detalles los elementos más morbosos de algunos momentos de la trama. El estilo es cuidado y muy atento a lo psicológico, sin descuidar los hechos.

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James Thompson, segunda novela


Conocimos al inspector Kari Vaara en Angeles en la nieve, primera novela de Thompson, un norteamericano de Kentucky (1967) que lleva en Finlandia más de diez años. Ahora lo encontramos en Helsinki, un año después, lamiéndose las heridas del tremendo caso que resolvió en Laponia. Thompson sigue escarbando en su compleja personalidad, en su pasado, en el choque cultural que sigue digiriendo su mujer (norteamericana) y en su obsesiva dedicación a proteger al débil, tarea que lleva a cabo hasta el final, cueste lo que cueste. Vaara es incorruptible e implacable, a veces violento. En una competición de policías duros quedaría entre los primeros y, a la vez, es entregado y tierno con los que quiere. Y honesto. Sin duda un buen personaje, el principal atractivo de la serie.

El otro protagonista es Finlandia. Su clima, el carácter de sus gentes, su historia. Thompson se centra en su cara negra, en el círculo dantesco donde reside el diablo. El racismo, el alcohol, la frialdad, la corrupción. Una de las líneas de la novela revisa el colaboracionismo con el holocausto judío. Vaara debe interrogar a un héroe de guerra de noventa años y averiguar si exterminó a judíos en el Stalag 309. En paralelo, el caso gordo de esta articulada novela consiste en el cruel asesinato de una mujer a manos, supuestamente, de su amante. Vaara sigue una pista que le lleva hasta la corrupción del poder y a un mundo macabro de sexo fetichista. Además de con todo esto, Vaara se las verá con la visita de sus cuñados norteamericanos y con, al menos, tres muertes más.

En el inabordable y extenso panorama actual de novela negra, los libros de Thompson son destacados. Tiene un estilo pausado, directo, no telegráfico pero si esencial y visual. Es bueno con los personajes y sus relaciones, las tramas son complejas y bien resueltas y no se extiende con el sexo y la violencia, aunque se presentan hechos duros y, en esta segunda novela, especialmente morbosos. La serie seguirá sin duda, pues acaba con el proyecto de creación de una unidad especial de operaciones secretas y la salud de Vaara, cuando acaba de nacer su hija, queda en el aire.