Libertad y felicidad

Acabo de terminar un libro que empecé hace justo un año, un voluminoso manual de ética que hace un anásilis exhaustivo, conceptual e histórico, de los dos enfoques principales de la moral cristiana: moral de obligación (y su presupuesto, la libertad de indiferencia) y moral de la felicidad -y de la virtud- (libertad de calidad). La exposición es clara y rigurosa, y me ha servido para fijar conceptos, corrientes y enfoques en los que había picoteado aquí y allá desde hace tiempo. Desde luego hay que tener mucho interés en la cuestión para abordar este estudio.

No tengo dudas respecto a que entender bien (y luego vivir) qué es la libertad es el punto clave para orientarnos en la búsqueda de la felicidad. Uno puede pasarse la vida aporreando las teclas de un piano en el orden que nos apetezca, o bien puede estudiar música, someterne a una disciplina de aprendizaje y repetición y seguir unas reglas; el primero puede pensar que hace lo que quiere y estar convencido de que eso es la libertad, pero el que hará música es el segundo. Eso es la auténtica libertad, poder distinguir el bien y la verdad y poder decidirnos por ellos.

Las fuentes de la moral cristiana, Servais Pinckaers, Eunsa 1985.

San Agustín

He aprovechado varios desplazamientos en el coche para oir Las confesiones de S. Agustín. No he leído nunca el original pero sí, dos veces, la estupenda versión en castellano actual del escritor Pedro Antonio Urbina, que es lo que recomiendo hacer con este clásico.

El audiolibro de Edibesa resulta un buen repaso, aunque no se trata del 100% del texto. Así, algunas argumentaciones quedan algo flojas. A pesar de todo, contiene todo lo esencial.

Este es un libro importante, sincero y vibrante, que nadie debería dejar de leer. Después de 17 siglos en el candelero, sería pretencioso por mi parte defender su importancia, así que me limito a recordarles que está ahí esperándoles, en las farragosas traducciones españolas, en la versión mencionada, en audiolibro, o como sea. Léanlo.

Benedicto XVI

Muy interesante el libro que recoge la tercera entrevista entre Benedicto XVI y Peter Seewald.

En La sal de la tierra y Dios y el mundo, excepcionales también, Ratzinger era cardenal. Ahora lleva casi seis años de Papa y la nueva función inevitablemente afecta a las respuestas.

Ratzinger eligió como lema episcopal «Cooperadores de la verdad» y creo que le define. Es un hombre sencillo, afable y cercano y a la vez dotado de una gran inteligencia y sentido espiritual. Sin renunciar al misterio, quiere ayudar a que el hombre acceda con su razón a las cosas de Dios.

Seewald, en los tres libros, lo toca todo, no deja nada guardado en el tintero. Se le ve bien preparado para su trabajo y hace preguntas verdaderamente buenas sobre el problema del relativismo, los abusos a niños, el ecumenismo y la relacion con los judíos, Lefevbre, el discurso de Ratisbona, sus viajes y escritos, la elección del papa, su vida diaria, etc.

Los creyentes se sentirán reconfortados y los que no lo son oirán de manera sencilla la respuesta más autorizada a muchas cosas que están en la calle.