La extraña. Marai

MARAI_ExtrañaAskenasi es un profesor de literatura de 48 años que vive en París, católico. Atraviesa una crisis existencial y sabe que necesita respuestas. El problema es que no tiene clara la pregunta. Su vida hasta entonces no le ha llenado: sus clases, su matrimonio con Anna, su hija. Deja todo y empieza una relación con una bailarina rusa. Tampoco el cuerpo ni el placer le llevarán a ninguna parte. Deja también a Eliz. Emprende un viaje de descanso y se topa con una joven. Askenasi está al borde del delirio y del derrumbamiento psíquico.

La novela es bastante floja. Comienza con el viaje y se demora un tercio de las páginas en decirnos quien es el profesor y qué hace por las islas griegas. Luego pasa a contarnos su relación con Anna y Eliz, un corriente caso de abandono y adulterio. Es machacón y repetitivo. Volvemos a Grecia y el delirio se dispara, sin que lleguemos a saber claramente qué está ocurriendo y por qué. El esbozo de un momento religioso y otra vez una mujer.

En fin, una crisis de mediana edad que lleva a Marai a enrollarse y divagar para no llegar a ninguna parte. A años luz de sus mejores novelas.

Mihura. Memorias

MIHURA_Mis_memoriasLibro absolutamente singular. El humor que exhibe Mihura está basado en la exageración, el absurdo, la imposibilidad, hay que suspender toda lógica o cerrarlo. Vean: su ama de cría hace exhibiciones por provincias: en una plaza de toros alimenta a 200 o 300 niños, vivos por la parte de arriba y muertos por la de abajo. Ante esto solo caben dos cosas: o te va o no te va. Lo bueno es que puede saberse desde la primera página y desde ahí ahorrarse o disfrutar de la lectura. Ese tono le permite en el fondo reírse de todo y de todos (el mundo del teatro, el corsé de las mujeres, los duelos, los periódicos, París,…un torero con gafas de lejos y de cerca que se las cambia al entrar a matar…).

Yo me quedo con los dos capítulos finales, el XXIII y el XXIV donde habla de La Codorniz y del humor.

La ironía es de mala educación, es obra del mal genio, del rencor, de los celos, del resentimiento. El irónico es agrio, antipático, es un aguafiestas que llega a una casa convidado y dice cosas desagradables a la gente, sin necesidad. Pretende asignarse una misión moralizadora y por eso es impertinente, con impertinencia de viejo gruñón o de convaleciente de la gripe.

El humor es un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el sombrero. Un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se propone enseñar o corregir, porque no es esta su misión. Lo único que pretende es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas a unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante, como antes en los tres espejos de una sastrería y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no nos conocíamos. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por dónde coger las cosas. El humorismo es lo más limpio de intenciones, el juego más inofensivo, lo mejor para pasar las tardes.

O.Henry. Historias de Nueva York

O. HENRY_Historias NYO.Henry -William Sidney Porter (1862-1910)- escribe relatos clásicos, con sorpresa final, amables la mayoría, captando el espíritu de la época (NY de principios de siglo) con buen gusto, humor, mordacidad, soltura, cercanía y encanto. El narrador está muy presente y consciente “fue construido…veamos…”, y se dirige continuamente al lector.

Son historias sencillas de gente sencilla: dos amigos que quedan para reencontrarse en un lugar y una hora concretas veinte años después, dos jóvenes casados apurados por el regalo de reyes para el otro (el mejor), el cochero de un coche de caballos, un tipo que quiere comer gratis unos días y que lo encierren en la cárcel (y que no lo consigue), uno que busca un filtro de amor para que su novia acceda a escaparse (y casarse) con él, unos recién casados (El péndulo, uno de los mejores).

No están mal. Lo que pasa es que ha llovido mucho luego. Leer estas cosas después de Carver, de Cheever o de Foster-Wallace, resultan un poco pueriles aunque con cierto encanto, como algo de otro planeta aunque merezca una sonrisa.