Cuentos políticamente correctos

De los Cuentos infantiles políticamente correctos, de Finn Garner, lo interesante es la idea, un replanteamiento de clásicos con cierta sensibilidad moderna ilustrada. Cómo se contarían con la mirada de hoy sobre la mujer, el medio ambiente, los animales, el sexismo, la discriminación, las minorías, la injusticia, el racismo o el tabaco. El resultado es original y con una estupenda coña irónica que se ríe precisamente de lo que quiere supuestamente salvaguardar.

Así, el clásico leñador pasa a ser “un técnico en combustibles vegetales”, el rey desnudo en realidad sigue “un estilo de vida alternativo” o Caperucita, la abuela y el lobo terminan conviviendo en un “espacio de cooperación y respeto mutuos”. De un molinero se dice “afectado por una situación económica sumamente desventajosa” para evitar «pobre» o de una joven mujer que es «cutáneamente empobrecida en melanina» para no decir «una rubia».

El problema es que resulta más interesante la premisa que la ejecución. Consigues sonreír con el primero pero lo demás ya es todo un poco igual. Y hay un segundo volumen y un tercero (de navideños).

Mejor Grimm y Andersen, no lo duden, aunque celebro la ocurrencia de Finn Garner.

Khadra. La ecuación africana

La mujer de un médico alemán se suicida y este decide participar con su amigo Hans en un proyecto humanitario en Africa, por despejarse. El velero que los lleva es asaltado por unos piratas traficantes de armas y personas y son arrastrados a una experiencia inhumana y denigrante a lo largo y ancho de Sudán. El médico logra escapar y puede que de camino vuelva a encontrar el amor en ese continente.

El libro quiere ser una mirada distinta a Africa, huyendo de tópicos de miseria y violencia y adoptando una perspectiva distinta de qué es realmente lo salvaje. Como historia no termina de atraparnos y está escrita, por trozos, como con cierto descuido. En los libros de Khadra siempre están pasando cosas, y es muy de agradecer, pero no ha vuelto a emocionarnos de verdad desde El atentado.

Discreto.

Trevor

Tengo simpatía a Trevor porque la primera reseña que publiqué en Aceprensa fue de un libro suyo, Marionetas. Después lei La historia de Lucy Gault, que no me gustó mucho y ahora esta colección de relatos, más bien sosos y endebles, para mi paladar. Se me han hecho largos a pesar de lo delgado del volumen.

Son historias matrimoniales problemáticas y mayoritariamente infelices. Hay quienes se esfuerzan por cosas que valen la pena y son felices y otros que se pasan el día quejándose de los problemas y renunciando a sus metas. Trevor se apunta a los segundos en estos relatos.

Además requieren esfuerzo pues siempre hay dos líneas mezcladas: historia principal A y secundaria B, o presente y pasado de A, o presente de A, pasado de B y vuelta al presente de A,… cada relato lo he ido cogiendo con menos ganas.

En mi opinión, no merece mucho la pena.