El ojo, de Nabokov

Sólo un fanático de Nabokov puede disfrutar con El ojo, una de sus primeras narraciones cortas. Desde luego se lee con gusto, como todo lo suyo (la elegancia, el detalle, los apuntes psicológicos originales, el juego,…) pero la historia no tiene pies ni cabeza, ni principio ni final ni atractivo. Rara, confusa y ni siquiera inquietante.

Lean La verdadera vida de Sebastian Nigth, o Habla, memoria, o La defensa, u Opiniones contundentes. O muchos de sus relatos. No la floja y desagradable Lolita ni la turbia Ada o el ardor.

Sorgo rojo


Sorgo rojo
es un libro desmesurado y brutal. Un narrador anónimo cuenta la historia de su abuelo, el comandante Yu Zhan’ao, bandolero y luego jefe de guerrilla en una zona rural china. Invasión japonesa en los años 30. Sobre ese eje central se desarrollan también las vidas de sus bisabuelos, de las mujeres de su abuelo y de sus padres. Es un libro de guerra, de violencia y de venganza, de locura sangrienta. El personaje central es una fuerza de la naturaleza, una máquina de matar. Hábil, valeroso y feroz en el amor y en el combate. El relato es absolutamente plástico y visual y se describen con detalle todo tipo de fluidos, vísceras, colores y olores. Con todo, no resulta morboso ni especialmente repulsivo. Un milagro.

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Otra de nazis

Seix Barral ha reeditado una novelita de Modiano que ya publicó hace diez años. No queda clara la proporción entre ficción (como se está vendiendo) y realidad (documentos, cartas, implicación personal del propio Modiano): esto es confuso. En 1941, en el París ocupado, una joven judía de 15 años desaparece. El narrador (creo que el propio Modiano) investiga medio siglo después qué pasó y llega a establecer documentalmente su traslado y eliminación en Auschwitz.

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