Correspondencia de Valera, Tomo I

El epistolario de Valera pasa por ser de los mejores que se conservan de un escritor español. Castalia abordó desde 2002 la edición de la Correspondencia completa y la ha publicado en ocho gruesos volúmenes. He leído el primero (1847-1861, de los 23 a los 37 años). Es un joven y prometedor abogado que busca ocupación en Madrid, y se debate entre la política y el cuerpo diplomático, aunque lo que le gusta realmente es escribir. Eso y las mujeres. Nápoles, Lisboa, Río de Janeiro, Dresde, Madrid y un largo viaje a San Petersburgo. Sólo aparecen sus cartas, no las respuestas, y, sorprendentemente, no hay notas explicando quien es quien. Es un tipo culto y refinado, interesado en el arte y la vida social, que aprovecha todo el tiempo que le da su escaso trabajo en las embajadas en leer y perseguir faldas. Llama la atención la libertad con la que habla de estas últimas cuestiones a sus padres y hermanos (as), inclusive cuando se trata de mujeres casadas. Se excluyen sus comentarios de libros escritos en forma de carta, quizás lo que a mi más me hubiera podido interesar. Largas descripciones de lugares, escasos retratos de personajes, mucha atención a la política local del lugar donde se halle.

No tengo intención de seguir con el resto y creo que esta es una edición sólo para especialistas. El lector común agradecerá más una selección, que las hay.

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Ideas ajenas. Selección de Leys

No me gustan los libros de citas. Prefiero leer los libros y hacer yo la selección. Pero esta selección es de Leys y he hecho una excepción. Afortunadamente. Me he encontrado con cosas estupendas y con algunos autores que no conocía.

Hay unas 400 frases de las que he seleccionado algo más de 50. 174 autores diferentes (45 franceses, 50 de lengua inglesa, 14 chinos; sólo 5 griegos y romanos clásicos y sólo 5 autores castellanos). Autores con más citas: Simone Weil, Emerson, Thoreau, Bloy, Chesterton, C. S. Lewis y Paulhan.

Están agrupadas por índice alfabético de temas.

Las ocho que más me han gustado:

La satisfacción del hombre que ha trabajado y aprovechado convenientemente el día. Cuando me encuentro en ese estado, disfruto con deleite del descanso y de las distracciones más vividas. Incluso puedo encontrarme en sociedad con las personas más aburridas sin sentir inconveniente alguno. El recuerdo de la tarea que realizado protege del aburrimiento y de la tristeza.
Delacroix

En vano las trompetas de la fama han aclamado tanto, siempre hay treinta o cuarenta cabezas incorruptibles que se callan. El silencio de la gente con gusto sirve de conciencia a los malos escritores y les atormenta el resto de sus vidas.
Rivarol

Me gustan las personas distraídas; es señal de que tienen ideas y de que son buenas, pues los malvados y los idiotas están siempre alerta.
Príncipe del Ligne

Es increíble la diferencia que hay entre el efecto producido en la mente por lo que pensamos y por lo que leemos. Mucha lectura priva a la mente de su elasticidad, como si de una presión continua sobre un muelle se tratara, y la mejor manera de no tener nunca un pensamiento propio es coger un libro cada vez que disponemos de un momento libre. Está práctica es la razón de la que de que la erudición haga más personas más aburridas y tontas de lo que serían de forma natural, al mismo tiempo que las despoja de toda efectividad en su forma de escribir.
Shopenhauer

No, señor, no estoy obligado a hacer nada más. Ningún hombre tiene la obligación de hacer todo lo que puede. Un hombre debe reservarse para sí una parte de su vida.
Samuel Johnson

La gente gana cuando se la conoce. Gana en misterio.
Paulhan

Cuando un hombre alcanza la vejez y ha cumplido sus objetivos, tiene derecho afrontar en paz la idea de la muerte. No necesita otros hombres, ya los conoce y ya los ha visto bastante. Lo que necesita es paz. No es de buen gusto ir a buscarlo, acosarle con conversaciones nimias y hacerle soportar banalidades. Habría que pasar por delante de su puerta como si en esa casa no viviera nadie.
Hesse

Jamás he vivido con la gente mundana y me cuesta creer en los que habitan ese mar donde una ola arremete contra otra sin que nunca nada tome consistencia. Considero que la soledad es tan necesaria para la amistad como para la santidad, para el genio como para la virtud.
Lacordaire

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Dunne. Una temporada en el purgatorio

Dunne (1925-2009) conoce bien a la alta sociedad norteamericana, como ya demostró en Las dos señoras Grenville, su novela más célebre. En esta otra volvió a inspirarse en hechos reales y cuenta una historia más perturbadora e impactante.

Los Bradley son una familia millonaria cuyo hijo menor, Constant,  intenta violar y asesina a una chica. Ya había agredido antes a otras mujeres. Sale indemne del asunto sirviéndose de sobornos. El padre y patriarca del clan es un adúltero incorregible que no rechaza ningún medio para conseguir sus objetivos, y acude sin escrúpulos al crimen organizado. Entre los hermanos de Constant hay alcohólicos, adúlteras, y una loca que quiere ser monja. Dieciocho años después del episodio de Constant, Harrison, su mejor amigo, deja de resistir a su conciencia y decide confesar lo que sabía.

Los Bradley son avasalladores y corruptos. Su hipocresía resulta más dañina pues son católicos y mantienen buenas relaciones con la jerarquía. La madre de Constant se toma más en serio la religión pero prefiere no ver lo que ocurre en realidad en su familia.

Dunne es despiadado a la hora de mostrar cuanto puede haber de escandaloso en la vida de los más privilegiados. Una historia tan desagradable como bien contada.

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