Conversión de Muggeridge

Me gustan los libros que relatan conversiones a la fe. Creo que este proceso es una de las aventuras más apasionantes que es dado vivir a los hombres en esta tierra. Siempre veo que cuando la comunión total con la fe cristiana católica no es un punto de partida sino la consecuencia de un itinerario espiritual esforzado, el encuentro con la verdad suele ser explosivo y gozoso y de unas consecuencias vitales impresionantes.

He leído con mucho interés el breve relato que hace de esto Malcolm Muggeridge, un periodista y escritor inglés que murió con 87 años en 1990 y fue recibido en la Iglesia Católica ocho años antes. Fue toda su vida un buscador del sentido de la vida. Se equivocó muchas veces y se arrepiente de cosas que hizo, lo dice en numerosas ocasiones. Frecuentó a grandes escritores (San Agustín, Pascal, Donne) e incluso a Santos (Madre Teresa) y al final se dejó seducir por Cristo y ya no hubo más dudas. Estas breves memorias están escritas con gusto y profundidad y pienso que con sinceridad y valentía.

El libro se llama Conversión, un viaje espiritual (1991) y está editado en España por Rialp.

El silencio, música de la prosa

¿Cuánto hay de su experiencia personal en su escritura?
W. F: No sabría decirle. Nunca lo he calculado. Porque no importa «cuánto». Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación, y dos de ellas —a veces incluso una— puede suplir la falta de las otras. En mi caso, una historia suele empezar con una sola idea, recuerdo o imagen mental. La escritura de una historia es sencillamente una cuestión de trabajar hacia ese momento, explicar por qué ocurrió o qué hizo que sucediera después. El escritor intenta crear personajes verosímiles en situaciones emotivas y verosímiles de la manera más emotiva de la que es capaz. Obviamente tiene que usar el entorno que conoce como una de sus herramientas. Diría que la música es el medio más sencillo con el que expresarse, ya que apareció primero en la experiencia y la historia de la humanidad. Pero dado que lo mío son las palabras, tengo que intentar expresar torpemente en ellas lo que la música pura habría hecho mejor. Es decir, la música lo expresaría mejor y de manera más sencilla, pero yo prefiero utilizar palabras, ya que prefiero leer en vez de escuchar. Prefiero el silencio al sonido, y la imagen producida por palabras se da en silencio. Es decir, el estruendo y la música de la prosa se dan en silencio.

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Ha mencionado que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría la inspiración?
W. F: No sé nada sobre la inspiración porque no sé qué es; he oído hablar de ella, pero no la he visto nunca.

Entrevista a William Faulkner en Paris Review, 1956.

¿Es esto escribir?

Lean este comienzo:

El jueves sólo es un jueves. En medio de la semana, en página par, ocupa un lugar insignificante y segundón, falto de cualquier viso de liturgia.

Nada importante ocurre en jueves. Y, sin embargo, el día no carece de magia. Su tímido objetivo enfoca la primicia de otra semana depuesta, el asalto a un descanso inminente. Por eso, en todo jueves crepita un éxito cercano, contenido. Por eso, el día usa perfume de victoria; huele a meta y no a muerte.

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