El poeta y militar sevillano Andrés Fernández de Andrada (1575-1648) dejó escrita esta bella poesía, reconocida como la más eminente epístola horaciana de nuestras letras. Senequismo, ascetismo cristiano, aurea mediocritas, consejos a Alonso Tello de Guzmán, corregidor de la ciudad de México, previniéndole sobre la búsqueda de cargos y riquezas y recordándole la brevedad de la vida. Tercetos encadenados de bella perfección. Una llamada a la virtud, la modestia y la honestidad, poesía barroca sin afectación ni florituras, clara en el mensaje y precisa en la ejecución. Un estilo contenido acorde al mensaje de moderación que acoge.
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Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos nos espera
desde el primer sollozo de la cuna.
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Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares.
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Una vida mediana yo posea,
un estilo común y moderado,
Que no le note nadie que le vea.
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