Steiner, Richard Ford y Enric González

Me han decepcionado un poco estos libros:

STEINER. Un largo sábado (Siruela, 2016). Entrevistas al sabio francés. Habla sobre la muerte, los judíos, la literatura, la familia, Dios, el lenguaje, la música etc. Llama la atención la pasión que dedica a asuntos de cierto interés pero no vitales, y la falta de visión con que aborda otros que sí lo son, como es la trascendencia.
BIEN.

FORD. Entre ellos (Anagrama, 2017). Dos breves recuerdos de sus padres. Bien escrito, como todo lo suyo. Y con cariño, aunque no exento a veces de cierta frialdad. Es sorprendente cómo sabe tanto de ellos. Ni la vida de él, ni la de ella, ni los comentarios del hijo son especialmente memorables. Pese a todo el libro es de agradable lectura.
BIEN.

GONZÁLEZ, Enric. Historias de Nueva York. Tercero de estos libros que le leo. Me gustaron más los de Londres y Roma.  Giuliani, gente singular de la ciudad, 11 S, barrios y calles, el crimen, la nieve, buscar piso, hot dogs, historia, taxis, droga, cocineros, rascacielos, Los Genovese y los Gambino, Wall Street, Morgan, Carnegie, Rockefeller, Vanderbilt, Astor y Frick, judíos, latinos, el beisbol (frases de Yogi Berra). Habla poco, me ha extrañado, de libros y de cine.
BIEN.

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Recomendaciones con la E

E

Enrique de Lagardére (1857), FEVAL.
Uno de los libros que más me ha divertido en mi vida. No es fácil de encontrar. Las adaptaciones a cómics, dibujos animados y pelis casi consiguen destrozar esta historia que pocos han leído en el texto original.

Errata. Examen de una vida (1997), STEINER.
Original autobiografía de un auténtico hombre de letras que vive y piensa en otro nivel. Pero con muchas cosas aprovechables.

Lo clásico según Steiner

En toda mi obra, y más explícitamente en Presencias reales (1989), he realizado la apuesta por las relaciones, por opacas que sean, entre palabra y mundo, por las intenciones, por dificil que resulte descifrarlas, de los textos y de las obras de arte que exigen un reconocimiento. En este caso, como tantas veces le ocurre a nuestro confuso ser, la simiente vital, la pauta de la vida, es el sentido común. Pero insisto en que todo acto de comprensión se queda corto. Se diría que el poema, el cuadro, la sonata trazan un último círculo alrededor de sí mismos, creando así un espacio de inviolada autonomía. Defino un clásico como aquel alrededor del cual este espacio es perennemente fructífero. Nos interroga. Nos obliga a intentarlo de nuevo. Convierte nuestros encubrimientos, nuestras parcialidades y nuestros desacuerdos, no en un caos «relativista», en un «todo vale», sino en un proceso de ahondamiento.

George Steiner, Errata.

Arte y verdad. Lo bello no es nada separado de lo real, de lo que es, de lo verdadero.