San Agustín

He aprovechado varios desplazamientos en el coche para oir Las confesiones de S. Agustín. No he leído nunca el original pero sí, dos veces, la estupenda versión en castellano actual del escritor Pedro Antonio Urbina, que es lo que recomiendo hacer con este clásico.

El audiolibro de Edibesa resulta un buen repaso, aunque no se trata del 100% del texto. Así, algunas argumentaciones quedan algo flojas. A pesar de todo, contiene todo lo esencial.

Este es un libro importante, sincero y vibrante, que nadie debería dejar de leer. Después de 17 siglos en el candelero, sería pretencioso por mi parte defender su importancia, así que me limito a recordarles que está ahí esperándoles, en las farragosas traducciones españolas, en la versión mencionada, en audiolibro, o como sea. Léanlo.

LLano, y 2

Este segundo tomo de memorias no es una continuación cronológica del anterior sino como una «segunda pasada» por su trayectoria, centrándose en los temas -que configuran los capítulos- que le han interesado más a lo largo de su vida.Lo he leído más por encima que el primer volumen. El grueso del libro está dedicado a su actividad intelectual: sus lecturas, sus libros (Humanismo cívico, La nueva sensibilidad, La vida lograda), problemas filosóficos (como la representación), su interés por la teología, el mundo empresarial, el diálogo fe y razón, sus maestros. De fondo, la universidad, la enseñanza, el pensamiento y el afán de saber.Le encantan las buenas novelas, Dostoievski y Mann. Ya no comparto tanto su interés en Conrad o Proust y menos que no le gusten los Episodios nacionales de Galdós.


 

Olor a hierba seca

Ha salido el segundo volumen de las memorias de Alejandro Llano, pensador español de prestigio, y me he animado con el primero. Le conozco personalmente y es brillante y divertido, con una personalidad francamente atractiva, pero mi experiencia con sus textos no era buena (por mi culpa) y dejé pasar el primer libro.

Me ha parecido más fresca y natural en la primera parte, en la que se centra en su familia, su juventud y primeros pasos profesionales. Desde ahí, ya se me ha hecho un poco largo. Liberal, peleón, optimista, lector empedernido, apasionado de la investigación y de la enseñanza. Se le ve consciente de sus talentos pero a la vez sencillo y en guardia contra la pedantería.

Consigue dejar claro a todo lo que se opone (que es bastante) sin atacar a nadie. Expone con claridad sus convicciones cristianas y muestra con contundencia la pacífica relación de éstas con la razón.