Descarté este libro cuando supe de él, no me llamó la atención. Luego leí El sol de los Scorta, que me gustó sin entusiasmarme. Saga familiar, breve, intensa, que me fue interesando de más a menos. De todos modos me replanteé mi descarte anterior y, como lo tenía a mano, me zambullí en el Tsongor. Lo mismo. Fulgurante comienzo, mediana intensidad en el desarrollo, algo apresurado y con poca chicha el final.
De todos modos hay que tener en cuenta al dramaturgo-novelista francés. Del teatro deben venirle los diálogos, la brevedad y el tono épico-mítico-homérico-trágico de sus libros. Amores tremendos, muertes, batallas. Es un poco triste.
El tema de Tsongor es el de La Iliada, una guerra por una princesa. Buenos personajes, mucha imaginación y algunas lagunillas en la intensidad. Al final, como en todas las batallas, todos pierden. Quedan claros otros dos mensajes, uno, sólo se valora realmente lo que se obtiene por uno mismo y, dos, todo personaje tiene muchos matices, aunque sólo uno de ellos sea el que prevalezca ante los demás.