La tercera, Yo estuvé allí (1937), quizás la más floja, expone la teoría de la recurrencia y la intervención, según la cual el tiempo da vueltas, y vivimos las mismas cosas una y otra vez, aunque cabe que alguna circunstancia altere lo que tenía que ser. Un matrimonio desgastado pasa un fin de semana en una casa de campo, allí conocen a un joven. Un extraño doctor jugará un papel clave en las relaciones entre ellos.
Acabada la tercera, puedo decir que no me han interesado especialmente ninguna de las tres. Ninguna de las tres historias es realmente buena y las manipulaciones temporales de Priestley (corte en el tiempo, tiempo serial y tiempo circular) me han dejado un poco frío.
La traducción es aceptable aunque se hace para Argentina.
Hace tiempo que no leía teatro y tenía interés en estas obras, que me ha costado bastante encontrar. Como casi siempre, la expectativa y persecución han sido mejores que la experiencia.