Después de varios libros, a la británica Mantel le llegó el éxito con En la corte del lobo, una novela histórica sobre Cromwell que le valió el Booker en 2009. Ahora vuelve a ganar el premio literario más prestigioso del Reino Unido con esta continuación, centrada en la caída de Ana Bolena pero con el primer ministro inglés llevando de nuevo la batuta de la intriga. Se repite la alta calidad de la anterior novela y sigue valiendo el comentario que se hizo a En la corte del lobo.
El novelista puede ir más allá que los historiadores. Mantel lo aprovecha y hace una concienzuda e inédita propuesta sobre cómo pudieron pasar las cosas en un episodio complejo y lleno de dudosas circunstancias de la historia de Inglaterra, donde se mezclan la política, la religión y el amor. Enrique VIII pagó un alto precio para alejarse de Catalina, con al que estuvo veinte años casado, y ahora no lleva tres con la insustancial Bolena y, obsesionado con un heredero varón, ya negocia con la familia de Jane Seymour, como hiciera antes con la de Ana. Con Moro, Wolsey y Fisher muertos, Cromwell hace y deshace más fácilmente aún, inventado razones de estado cuando lo que se busca es complacer los caprichos del rey.
La autora se asoma con desparpajo y amplios conocimientos a los entresijos de la corte Tudor. Altos funcionarios, eclesiásticos, diplomáticos y nobles entran y salen en un teatro sangriento y doloroso que trata sobre el poder y el egoísmo. La ambientación es extraordinaria, aunque apenas se explica ni describe nada, las escenas y diálogos se van sucediendo trasladándonos con gran viveza a 1535, donde asistimos a ritmo vertiginoso a los últimos meses de la segunda esposa del rey.
Mantel tiene el mérito de volver a interesarnos en la trillada historia del monstruoso Enrique y sus mujeres, del nefasto choche de poderes que ha traído tantas consecuencias desde entonces. Ha anunciado que dentro de dos años cerrará su trilogía sobre Cromwell, el ser altamente capaz y falto de escrúpulos que todos conocemos, alguien que tiene El príncipe de Maquiavelo uno de sus libros de cabecera, pero también, bajo la mirada de la autora, una persona humana y decente, más matizada que la que presenta su leyenda negra.