Nos encontramos con Carlos Císcar viejo, enfermo, mortificado y al final de su vida. Fue un constructor de éxito que hizo dinero en el franquismo y fracasó en todo lo demás. Escribe el recuerdo de su vida: ¿qué salió mal con su mujer, con sus amantes, con sus hijos? En compañía del cuidador, recoge sus escombros y espera el final.
Novela breve pero intensa, ya está ahí todo el Chirbes de las últimas y potentes entregas. El dinero sucio, la cultura como distintivo de clase, las referencias siempre brutales y vulgares al sexo, y su estupendo, depurado y envolvente castellano. Tonterías ni media, Chirbes es narrativa seria y desde la primera página nos pone firmes, aquí se viene a hablar de cosas graves. Lo que pasa es que a él siempre le interesan las mismas y parece que le leemos la misma novela repetidamente: España desde la GC hasta hoy como una sociedad corrupta, llena de fracasados, descrita con un enfoque nihilista, incómodo y poco complaciente.
Císcar se justifica, recrea (¿inventa, reajusta?) el pasado más que lo cuenta. A mi me hubiera gustado saber más de la muerte de su hija, del odio con su hijo (sólo accedemos a su voz por unos párrafos, todo lo demás es versión Carlos) o de la infidelidad de Eva, mujer del protagonista. Con todo, siempre un placer pasar un rato con uno de nuestros mejores narradores.
Un comentario en “El primer Chirbes. Los disparos del cazador”