Epigramas de Moro

MORO_EpigramasDe Moro son imprescindibles sus libros humanísticos y de fe cristiana: La agonía de Cristo, el Diálogo de la fortaleza contra la tribulación y las Cartas desde la torre. A mi Utopía se me hizo pesadísimo. Ahora me he topado con sorpresa con esta edición española de sus Epigramas de 1518.

Es un libro ameno y variado. Tomando pie de Ovidio, la historia de Roma, fábulas clásicas o pensadores de la antigüedad, Moro recrea con sus palabras enseñanzas morales sobre temas de entidad (muerte, política, guerra, riqueza, cultura, fortuna, mujer, amor, belleza, la fugacidad de lo perecedero, el orgullo). También alaba a contemporáneos o los ataca, ironizando sobre episodios y caracteres. Sus recursos literarios son amplios, los habituales del género: metonimias, contrastes, paralelismos, proverbios, comparaciones, repeticiones, juegos de palabras, etc.

Moro murió con sesenta años y los escribió entre los veinte y los cuarenta, momento en que entra al servicio del Rey. Es decir, se trata de una obra de primera madurez.

Desde luego no es su libro más importante, pero cualquiera encontrará en él cosas útiles. La introducción y las notas ayudan a acercar el texto al lector común del S.XXI, un poco alejado de las referencias clásicas del santo y decapitado humanista inglés.

Pensamientos y rivarolianas

RIVAROLRivarol, inteligente conocedor del alma, otro francés aristócrata de salón que levanta acta sobre la conducta humana. Ironía, profundidad y estilo limpísimo (“Es bueno no vestir demasiado el pensamiento”). Sus aforismos, que toman el relevo a Voltaire en agudeza y humor, hablan de la razón, la filosofía, Dios, las pasiones; las limitaciones del hombre (especialmente las que nos impone nuestro orgullo); la riqueza material, el tiempo, la muerte; la política; el talento, la mediocridad y el estilo.

Se lo compara con Lichtenberg, aunque en mi opinión el francés es superior. Yo lo veo más bien a la altura de Chamfort de quien, por cierto, era oponente político y sin embargo amigo.

Algunos ejemplos:

Hay que matar el orgullo sin herirlo, pues si lo herimos no muere.
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No mientas nunca a alguien en quien deseas tener confianza. Desde que le digas la primera mentira, te costará mucho creerle.
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Si me pusiera una máscara diaria, quien hubiese dibujado cada una de ellas aún no habría concluido mi retrato.
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Hay sólo una moral, como hay sólo una geometría: ambos términos no tienen plural.

La segunda parte recoge algunas de sus ocurrencias de salón, réplicas y bromas donde se le ve divertido pero también impaciente y altanero:

Cuando apareció el libro de Madame Stäel sobre las pasiones, ésta le preguntó:
–  ¿Qué piensa de mi libro?
–  Lo mismo que usted, señora, no pienso.

Yo me pregunto, ¿por qué una edición española tan enclenque? Apenas doscientos pensamientos. ¿Lo demás es peor? No creo. Esta literatura interesa a pocos, pero a esos pocos les interesa toda, reservándose cada uno el derecho al descarte.

Moralistas franceses del XVII

La palabra moralista y la preminencia de Pascal hacen pensar de entrada en  religión, y no van por ahí los tiros, por lo que creo útil resumirles algunas ideas de la introducción de Alicia Yllera al libro del que les hablé.

Epoca
1650-1815. Apogeo Luis XIV-Restauración borbónica. Fenómeno más europeo que sólo francés. Pensar en el Oráculo manual de Gracián. Francia aporta la cultura mundana de los salones parisinos, apasionados por la “anatomía de los corazones”, la casuística amorosa, el retrato de contemporáneos y su odio por los tratados férreos.

Enfoque
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