Amor, según Quevedo

Me entero de que el GRISO (GRUPO INVESTIGACIÓN SIGLO DE ORO, Universidad de Navarra) va a publicar una edición crítica de todo Quevedo. Buena noticia. Algún día tendré que leer en serio a este autor del que sólo conozco, y mal leído, El Buscón.

Como aperitivo, les adelanto este soneto:

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño, Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

El otro árbol de Guernica (Castresana)

«Las guerras no sólo las luchan los hombres en el frente». Guerra civil española, un grupo de niños de Bilbao son expatriados a Bruselas para resguardarlos del peligro. Nuevo país, nuevo idioma, separados de sus padres. Apenas empiezan a conocer el mundo y se encuentran con cosas que no entienden de los adultos, entre ellas, por qué se matan. El dolor, el miedo y la añoranza los va curtiendo y haciendo hombres antes de tiempo. Curso acelerado de vida adulta. Muchas emociones: separaciones, reencuentros, solidaridad, amistad, amores incipientes, añoranza de la patria; la novela bordea peligrosamente los límites de lo pasteloso, sentimentalón y patriotero pero logra mantenerse a salvo.

Es la gran novela de Castresana, lo que no significa que en sí misma sea una novela memorable. Pero no está mal. Hay mejores libros de niños en situaciones duras. Pienso por ejemplo en El camino de Delibes, o en Las ratas, que es a El otro árbol de Guernica lo que La divina comedia a las poesías de Gloria Fuertes.

Otro tipo de jóvenes

Un instituto de jóvenes no es sólo droga, sida, embarazos de rebote y abortos de tapadillo, anorexia y vandalismo. La literatura suele cargar las tintas en lo problemático, las novelas juveniles suelen identificar adolescencia con movida permanente y encefalograma plano

José Ramón Ayllón piensa eso y cuenta en Vigo es Vivaldi la historia de Borja y sus amigos del Cunqueiro. Estudios, deportes, enamoramientos, relaciones familiares, libros, bailes, etc. Todo sin estridencias. El diario de tres meses que terminan de forma sorprendente.

Se ve que el autor conoce bien el paño y domina las jergas estudiantiles. Una novela positiva y agradable de leer, no es espectacular pero sorprende por el enfoque positivo.

Me dicen que tiene continuaciones pero parece que esta primera es la mejor.