Me rindo con Flannery O’Connor. No me va. Con dos intentos terminé hace años su colección de relatos Un hombre bueno es difícil de encontrar y ahora me había puesto con el epistolario El hábito de ser. Hice un parón y busqué sus otros relatos contenidos en Las dulzuras del hogar y desisto tras atascarme con varias de las historias por más de dos meses. De todos modos seguiré con el epistolario, que me parece interesante pero no tanto como prometían quienes me lo han recomendado. La edición de Lumen de sus Cuentos completos, ya la he comprado dos veces en dos casas distintas, así que lo he intentado a conciencia. No me atrapan sus historias, se me hacen pesadas y encuentro el estilo denso. Algunos finales son impactantes, aunque esto no es fundamental, el problema es que no logro interesarme por lo que me está contando. Y fin.
Categoría: Lengua inglesa
Ivan Doig
Una granja en Montana, 1909. Oliver Milliron, viudo, cuida a sus tres hijos de 13, 12 y 7 años. Rose Llewellyn (viuda a su vez) es contratada como ama de llaves. Aparece con su hermano y se instalan con los Milliron.
Paul, el hijo mayor, ahora con 61 años, narra sus recuerdos de infancia. La vida familiar, las anécdotas escolares, la vida rural de colonos en el oeste americano, conversaciones de cosecha, caballos, el tiempo y los vecinos. Un tema recurrente, la educación. La señora Llewellyn, que esconde un secreto, jugará un papel importante en la familia.
La novela tiene valores positivos pero no me ha cogido como historia en ningún momento, como si siempre te quedaras esperando un algo más que no termina de llegar. Aunque sé de otros, de los que me fío, que la recomiendan.
Memorias de Auster
Diario de invierno es un sui generis libro de memorias. Auster ya es mayorcito y hace balance, y no precisamente de su obra, que es por lo que todos le conocemos y hemos de valorarle, sino de su vida. Su revisión es estadística y parcial: recuento de enfermedades, de funciones corporales, de mujeres a las que ha amado (y, sobre todo, de las que ha disfrutado sexualmente), de casas que ha habitado, de viajes que ha hecho.
Como siempre, consigue interesar hasta cuando cuenta las cosas más normales. Es el talento. Habla mucho de su familia y es bonito el amor y la lealtad a su segunda (y actual) mujer. Reflexiona, sin grandes profundidades, en la muerte, y resume citando a su admirado Joubert “El fin de la vida es amargo” y “Hay que morir inspirando amor (si se puede)”.
Habla mucho de sí mismo (aunque sin darse importancia), poco de amistad, mucho de sexualidad, casi nada de sus libros y películas. Dios como si no existiera. Sólo cuenta lo tocable.
Me parece muy acertado el uso de la segunda persona a lo largo de todo el libro.
Pueden conocer más cosas sobre él en Dossier Paul Auster, de Cortanze, un libro ya un poco antiguo que, si no recuerdo mal, incluye también varias entrevistas al escritor.