Amanecer. Fin de La guerra de las dos Rosas. Iggulden

Concluye la tetralogía dedicada a la guerra por el poder en Inglaterra entre las casas de Lancaster y York. Lo narrado en este cuarto libro empieza en 1470 (el conde de Warwick vuelve a Inglaterra y se enfrenta a los York, entonces en el poder) y concluye en 1485, con las dos casas unidas e iniciándose el periodo Tudor.

Acaba un relato de casi dos mil páginas, que abarcan treinta años interesantes de la historia de Inglaterra. Los libros son serios y a la vez amenos. Puede resultar algo repetitiva la sucesión de intrigas, traiciones y batallas, pero el relato es siempre ágil y es viva la imagen que se muestra de la trastienda del poder. Reyes, nobles y militares se alternan con espías y personajes del pueblo, con lo que la imagen global es completa y representativa. Esta cuarta entrega es quizás la más dramática, y muestra con intensidad hasta donde están dispuestos a llegar los protagonistas siguiendo su ambición y el peso del pasado: viejas heridas, venganzas y ejecuciones. Me ha parecido la de más calidad junto con la segunda.

Iggulden trabaja sus libros y luego sabe divulgar con acierto. Los mapas, cuadros genealógicos, lista de personajes y notas históricas demuestran lo primero y el cuidado de los personajes y la emoción de las batallas lo segundo. Como ya hizo con las figuras de César y Gengis Khan, opta por narraciones de largo recorrido que le permiten desarrollar a fondo los conflictos, apoyado por el seguro colchón de la historia. BIEN.

Stop-Time. Memorias de Conroy

Conroy (USA 1936-2005), que dirigió durante años el célebre taller de escritura de Iowa, publicó estas memorias en 1967. Le siguieron algunas novelas y relatos pero nada llegó a ser tan famoso como estos recuerdos de infancia y juventud. La larga introducción de Rodrigo Fresán, buen conocedor de la literatura norteamericana, se detiene en detallar las múltiples influencias de este libro en muchas obras posteriores.

El libro abarca hasta los 17 años, cuando Conroy abandona el hogar familiar y se embarca en un viaje por Europa. Su primer entorno cercano es caótico, con un padre alcohólico y enfermo, que muere cuando él tiene 12 años, un padrastro original y perezoso, y la desubicación de continuos trasvases NY-Florida. Va relatando con sinceridad y claridad los elementos por lo demás normales de una vida en evolución: sus relaciones familiares, primeros amigos, primeros amores, estudios, su afición por el piano y los libros, su incipiente vocación de escritor.

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Conferencias de Salter sobre el arte de escribir

Salter pronunció tres conferencias en la Universidad de Virginia en 2014. Tenía más de ochenta años y le faltaba poco para morir. Son breves y muy buenas. La flaubertiana importancia del estilo, del detalle; la libertad del artista, la división de escritores entre ingenuos (espontáneos) y sentimentales (trabajadores); voz y estilo del escritor; el afán de escribir; trama e historia. Todo con enorme claridad. Recomienda vivamente a Isaac Bábel. Hago también el propósito de leer lo poco suyo (de Salter) que me falta.

Suscribo esto que dice:

Nunca he llegado a tener afinidad ni a sentirme realmente cómodo con personas que no leen o que nunca han leído. Para mí es un requisito esencial. De lo contrario echo en falta algo, amplitud de miras, noción de la historia, una sintonía compartida. Los libros son contraseñas. El cine es demasiado simple.