Sólo un fanático de Nabokov puede disfrutar con El ojo, una de sus primeras narraciones cortas. Desde luego se lee con gusto, como todo lo suyo (la elegancia, el detalle, los apuntes psicológicos originales, el juego,…) pero la historia no tiene pies ni cabeza, ni principio ni final ni atractivo. Rara, confusa y ni siquiera inquietante.Lean La verdadera vida de Sebastian Nigth, o Habla, memoria, o La defensa, u Opiniones contundentes. O muchos de sus relatos. No la floja y desagradable Lolita ni la turbia Ada o el ardor.

