
El dramaturgo inglés escribió tres piezas de teatro sobre el tiempo, quizás sus obras más conocidas.
En la primera, Esquina peligrosa (1932) se cuenta una historia a partir de un desencadenante. La ocurrencia de Priestley: qué hubiera podido pasar sin la acción de ese desencadenante.
La historia en sí no está mal. Hay unas relaciones oficiales o reales, de sangre, amistad o matrimonio, y hay un mapa de afectos ocultos, subterráneo pero no menos real, que se va desvelando poco a poco. Un acertijo de salón del tipo “quien está enamorado de quien”, con secretos y revelaciones de por medio.

