Dazieri. El Ángel. Segunda novela de Dante y Colomba

La novela policiaca se apoya en dos oponentes: un criminal y un perseguidor. Todas son parecidas (de ahí el calificativo “novela de género”), un crimen, una investigación, confrontación final y resolución. El elemento diferenciador fundamental (nadie se arriesga a prescindir del suspense y muy pocos del triunfo final de las fuerzas del bien) es la originalidad del bueno o la del malo, o la de los dos. Muchas series de éxito se basan en el seguimiento transversal de la vida del bueno a lo largo de varias novelas en las que lo vemos enfrentarse a sucesivos enemigos.

Dazieri fabricó una primera novela de calidad que sorprendió, No está solo, sobre todo por la fuerza de la pareja investigadora. Ahora supera con nota el reto de la segunda de la serie, cuando ya no cuenta con la sorpresa que nos regaló en la primera. Lo compensa con un oponente formidable, uno de los más terribles que hemos visto en los últimos años. Cuando parece que ya se ha inventado todo, Dazieri introduce a Dante y a Colomba en medio de una trama de terrorismo, experimentos con niños, ONG’s, cárceles rusas y asesinos implacables y vengativos. La sombra de El Padre y algunos flecos de la primera novela de la serie planean por aquí, y es muy conveniente haberla leído antes. Dante y Colomba evolucionan, también la singular relación entre ellos.

Sin pretender tampoco hacer literatura, el italiano urde una trama destacable y evita los tópicos de hiper presencia de violencia (aunque la hay) y sexo (también hay detalles) tan comunes en estos territorios. Un libro que llama la atención. Dentro del estilo. Tantas novelas de crimen después, se agradece un autor que aún consiga producirnos un pellizco en el estómago.

Iggulden. Estirpe (La Guerra de las dos rosas, III)

Entre 1455 y 1485 la casa de York y la de Lancaster se disputaron el trono de Inglaterra. El inglés Iggulden ha dedicado una tetralogía de novelas a contar con detalle el enfrentamiento de la rosa blanca contra la roja.

El conflicto se analiza básicamente desde la perspectiva de reyes y nobles, los que deciden, intrigan y pelean, pero el autor no descuida al pueblo llano, representado por los colonos. Es un acierto el personaje ficticio de Derry Brewer, jefe de espías. También destaca algún fuerte personaje femenino como Margarita de Anjou.

Esta tercera parte de la narración de la Guerra de los Treinta años se dedica al periodo 1461-1464 y tiene como epicentro la batalla de Towton, narrada con espectacularidad (los célebres arqueros ingleses).

Casi todo lo que se decía sobre Tormenta puede aplicarse a esta tercera parte (y a la segunda, Trinidad). Una narración con lenguaje claro y de lectura fluida.

Jonathan Lee. El gran salto

Octubre de 1984. Margaret Thatcher va a celebrar una convención de su partido en un lujoso hotel costero en Brighton. Para Moose, subdirector del Grand Hotel es la oportunidad de lucirse y conseguir el ascenso que cree que merece. Su hija Freya, de dieciocho años, recepcionista del hotel, atraviesa un momento crucial de su vida y se debate entre empezar la universidad o marcharse a España. Roy Walsh se aloja unos días en el hotel, semanas antes del encuentro de los políticos. Enseguida Freya y él se caen bien. Pero Roy no va en busca de diversión ni romances, es un experto en explosivos del IRA y su objetivo es preparar un atentado en el Grand.

La novela se centra en las vidas de Moose, Freya y Roy. La crisis de madurez, los problemas y soledades de un padre soltero; la llegada a la mayoría de edad y la toma de decisiones importantes, los vaivenes sentimentales; la dura vida en Belfast, el contraste entre los ideales y las personas que los representan. El arranque del libro, presentación de los tres personajes y del conflicto en ciernes, es sensacional. Los diálogos funcionan muy bien, todos los detalles que se eligen tienen una alta significación y la mímesis de las tres vidas es de alta calidad. El británico Lee (1981) muestra tanta realidad que resulta milagroso y muy convincente. Es más contenido pero recuerda, en algunos aspectos del estilo, al apabullante Tom Wolfe. El título del libro alude a que Moose fue en su juventud una vieja gloria del salto de trampolín.

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