Bonhoeffer

Un modo pintoresco por el que puedo terminar leyendo un libro: por su aspecto. Dietrich Bonhoeffer, esbozo de un vida, es un pequeño volumen irresistible en ese sentido. Pasta dura, papel de calidad, fotografías, palabras manuscritas sobreimpresionadas, trozos de su epistolario. Un libro precioso, en el sentido más físico del término. Lo escribe Renate Bethge, sobrina de Bonhoeffer.

Por lo demás, es la primera noticia que tenía de este teólogo protestante alemán que participó en un complot para asesinar a Hitler, una vez se convenció de que el nacionalsocialismo venía para quedarse.

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El fracaso en la novela moderna

Como Mencken señaló, la esencia de la mayoría de las novelas radica en el fracaso de un hombre, en la degeneración del personaje. Esto nos lleva a otra cuestión: ¿qué pensamos de la felicidad? ¿Qué pensamos de la derrota, de la victoria? Hoy, cuando la gente habla de un final feliz, lo considera una mera condescendencia hacia el público o un recurso comercial; lo consideran artificioso. Pero durante siglos los hombres fueron capaces de creer sinceramente en la felicidad y en la victoria, aunque sentían la imprescindible dignidad de la derrota. Por ejemplo, cuando la gente escribía sobre el Vellocino de Oro (una de las historias más antiguas de la humanidad), oyentes y lectores sabían desde el principio que el tesoro sería hallado al final.Bien, hoy, si se emprende una aventura, sabemos que acabará en fracaso. Cuando leemos -y pienso en un ejemplo que admiro- Los papeles de Aspern, sabemos que los papeles nunca serán hallados. Cuando leemos El castillo de Franz Kafka, sabemos que el hombre nunca entrará en el castillo. Es decir, no podernos creer de verdad en la felicidad y en el triunfo. Y quizá ésta sea una de las miserias de nuestro tiempo. Me figuro que Kafka sentía prácticamente lo mismo cuando deseaba que sus libros fueran destruidos: en realidad quería escribir un libro feliz y victorioso, y se daba cuenta de que le era imposible. Hubiera podido escribirlo, evidentemente, pero el público habría notado que no decía la verdad. No la verdad de los hechos, sino la verdad de sus sueños.

Borges. Arte poética, seis conferencias (1968)

Wagenstein

La militancia antifascista ha procurado al judío Wagenstein (1922, Bulgaria) una azarosa vida de exilio, internamiento en campos, evasiones y juicios. Tras la Segunda Guerra mundial se dedicó al cine y sólo bastante más tarde a escribir novelas sobre los judíos en la Europa del S. XX. En esta, de 2002, a partir de la célebre noche de los cristales rotos, cuenta la historia de varios judíos refugiados bajo durísimas condiciones en un barrio de Shanghai: un violinista y su mujer, una bella joven aspirante a actriz, un rabino y un carterista. Por medio hay una trama de espionaje relacionada con radioemisiones clandestinas.