He espigado aquí y allá la poesías de Carmelo Guillén reunidas en Aprendiendo a querer (1976-1996). Es un libro que tengo rondando mis estanterías desde hace tres años (ya les hablé de uno de sus poemas aquí), porción de tiempo que indica que los versos, helàs, no son lo mío.
El amor, Dios, la muerte, el dolor, mucha sensibilidad y algo de pesimismo. Soy incapaz de juzgar la técnica y el estilo pero me parece un castellano recio y limpio. Me gusta la original ortografía que emplea a veces. El tono de confidencia íntima me resulta chocante (a mi, más habituado a la prosa con un autor claramente diferenciado del narrador), como colarte en cosas muy personales de los otros. Me ha parecido una poesía muy humana, ascética («muy poco se precisa en la vida, casi nada») y que invita al examen.