En 1975 el escritor Harry Quebert se desplaza a Aurora (New Hampshire) para escribir una novela y allí se enamora de Nola, una adolescente soñadora y adorable. Pocos meses después ella desaparece. En 2008, el también escritor Marcus Goldman, amigo y discípulo de Quebert, comienza a escribir un libro sobre la historia de amor de Quebert y Nola con el propósito de demostrar la inocencia de su maestro, en cuyo jardín acaban de aparecer, treinta y tres años después de la desaparición, los restos de la chica.
Goldman entrevista a todos los implicados y colabora oficiosamente en la investigación. Quebert es el primer y principal sospechoso, ya que el manuscrito de la novela que le lanzó a la fama aparece junto a los restos de su amada, pero paralelamente van saliendo a la luz otras verdades: que la joven estuvo de algún modo relacionada con el hombre más rico del estado y con quien le hacía de chófer, que el antiguo jefe de policía ocultó algunas cosas en la investigación que llevó a cabo, que su ayudante pretendía a otra joven enamorada a su vez de Quebert o que la familia de Nola llegó a Aurora desde Jackson dejando atrás un suceso traumático.
A los dos años indicados, 1975 y 2008, se une un tercero, 1998, cuando Quebert y Goldman se conocen. La narración se desenvuelve siempre en uno de esos tres momentos, entre los que Dicker se mueve con habilidad para ir sembrando pistas, resolviendo interrogantes o dando giros a la historia con el ánimo de distraer al lector en cada una de las 660 págs.
Y esta es la principal virtualidad de la novela, buen ritmo y buena arquitectura, además del socorrido ingrediente metaficcional (detalles del proceso de redacción de los libros de Quebert y Golmand y la continua reflexión sobre el acto de la escritura) que siempre da pedigrí cultural. Hay una buena planificación y hallazgos interesantes, como que cada uno de los 34 capítulos venga introducido por un consejo de escritor de Quebert a Goldman que, de algún modo, se lleva a cabo en ese capítulo.
Una comunidad cerrada, una joven querida por todos que quizás no sea el ángel que todos pensaban, una investigación policial y secretos, son los principales ingredientes del fenómeno literario del momento. Como novela de misterio es corriente y falta de garra y como novela romántica es de mal gusto (sin detalles molestos pero con una protagonista femenina que tiene quince años) y poco elaborada en los diálogos, además de boba y cursi en muchas de las cartas que se recogen. El planteamiento inicial es bueno y en el final se multiplican las novedades, pero en el desarrollo Dicker derrapa (divaga, repite y nos cansa). Varios personajes principales quedan a medio cocer y muchas de las cosas que hacen y dicen resultan sonrojantes por lo simplón. El joven suizo (1985) ha escrito un libro entretenido pero discreto y conviene no dejarse apabullar por el empujón mediático de máximo nivel que lo acompaña, al que se suman cifras elevadas de premios, ventas y traducciones. La comparación con Larsson, dudosamente positiva, es puramente oportunista y las que lo emparentan con Philip Roth y Nabokov me parecen sencillamente una broma.
Gracias por el comentario. Muy útil, nos ahorra tiempo y dinero.
Es apabullante la publicidad, yo he estado muy tentado para comprarlo (me gustaba la temática y el planteamiento) pero después de tu comentario lo obviaré.
No te pierdes nada. Acuérdate de tus océanos…