El western sigue teniendo su público. El escenario es propicio para la aventura y el drama extremo, la civilización es mínima y la ley y la autoridad limitadas. Matar o morir sin contemplaciones por una mujer, un puñado de reses o unos acres de tierra.
Más allá de la fórmula, las novelas de Hall dignificaron un tipo de historias encasilladas con frecuencia en el puro entretenimiento, dotando de complejidad a los personajes y acercándonos a una época donde no todo era blanco o negro, como han querido muchas películas y abundante literatura de kiosko. Su mejor libro fue sin duda Warlock. Bad Lands y Apaches (1986) son inferiores pero tienen calidad.
En esta tercera novela la acción transcurre en Nuevo México, en la década de 1880, en medio de las sangrientas guerras del condado de Madison. Los protagonistas son un teniente de caballería, un pistolero, un sheriff y, naturalmente, la femme. Los conflictos: la posesión de unas tierras (el clásico enfrentamiento ganaderos-terratenientes), las tensiones fronterizas USA-México y las subidas y bajadas de turbulentas pasiones amorosas. Al mismo tiempo, la tribu apache gobernada por Caballito huye de su reserva y busca cabalgar de nuevo con libertad.
Todo resulta familiar (fuertes, cantinas, caballos, colts, whisky y soldados), hay viveza y buen ritmo, abundante diálogo y acción continua. Un digno entretenimiento que cabe considerar (siempre que se haya leído ya Warlock).