A pesar de mi mala experiencia de hace un par de veranos he reincidido en la ciencia ficción en una primaveral tarde de semana santa. Otro intento con una de las sagas «míticas», la de Pohl sobre los Heechee.
En este tipo de libros veo casi siempre básicamente tres cosas:
- La clave conceptual y el planteamiento. Época, naturaleza de los elementos en conflicto. Es la oportunidad de la imaginación y es donde la ambición del escritor da su talla. No hay que desanimarse con los términos científicos o pseudocientíficos que aparezcan.
- La microhistoria. Lo que ocurre a los personajes concretos. Intrigas, romances, guerras, peleas. Son cosas conocidas sólo que ahora ocurren en lo que se describe en 1.
- Luego están las decisiones literarias propias de cualquier obra de ficción: quien narra, en que tono de lenguaje se cuenta, uso del tiempo y del lugar, etc.
En este sentido el libro de Pohl me parece:
En relación a 1: notable, como mínimo. Un lugar desde donde salen humanos en busca de restos tecnológicos de una raza muy superior a la nuestra de la que se desconoce casi todo.
En cuanto a 2: discreta. Un personaje principal (Rob Broadhead) bastante desagradable, obsesionado con los porros y el sexo, cobarde y oportunista, que se psicoanaliza buscando superar algunos traumas personales.
Y, sobre 3: se alterna el presente, las sesiones de terapia, en tono desenfadado y directo con el pasado, al estancia del protagonista en Pórtico y los viajes emprendidos.
En conjunto, entretenida. No creo que siga con las continuaciones.