Canción de hielo y fuego, III

 Poco nuevo que comentar a este tercer tomo de la saga. Por el sistema de escritura que sigue Martin, recomiendo una lectura en dosis generosas (es decir, cogerlo en vacaciones o algo así) porque hay muchas líneas narrativas, y tardas tantas páginas en volver a saber de un personaje concreto, que pierdes un poco el hilo. Eso pasa con las tramas principales; con las subtramas no digamos.

Hay continuas sorpresas y la dosis de intriga y aventura no decae (y ya van casi 3.000 págs). Aunque en algún momento hay acciones buenas, el tono moral general de los personajes es poco atractivo. Poniente, -sus poderosos- es el reino de la mentira. Un tablero donde todo el mundo, como dice uno de los personajes, es pieza o jugador.

Aquí mis comentarios a los dos primeros volúmenes:


El ladrón de tiempo

“Nunca muero. Sólo me vuelvo más y más viejo”. Así empiezan las memorias que Matthieu Zéla comienza a escribir en 1999 y que abarcan dos siglos y medio. Boyne cuenta algunas pinceladas de historia colocando a su longevo personaje en varios escenarios: la revolución francesa, la crisis económica de 1929, los primeros Juegos Olímpicos modernos o la unificación italiana. Conocemos algunos de sus trabajos, casi siempre relacionados con la producción de ficciones para cine o televisión, a algunas de sus relaciones sentimentales y a algunos de sus parientes. La novela va saltando de su primer amor, Dominique, en 1760, a los problemas de su sobrino Thomas en tiempo presente, 1999, pasando por los escenarios mencionados. Zéla ha vivido en la pobreza picaresca y en la opulencia, ha viajado mucho y conocido a todo tipo de personas, carece de concretas preocupaciones morales, sin ser mala persona, y cuenta todo con estilo sencillo, directo y ágil.

El mito de la eterna juventud ha sido tratado magistralmente con tintes trágicos, como mínimo, por Wilde y Goethe. Aquí no es más que un recurso para poder narrar en primera persona hechos tan alejados en el tiempo. En ningún momento llegamos a saber por qué ocurre a Zéla tan singular cualidad. El libro entretiene sin llegar a seducir en ningún momento, ni en su personaje principal, ni por los hechos en que participa. Esta fue la primera novela de Boyne y ya demuestra, y ha confirmado después, sus buenas dotes de narrador y su imaginación. Cada libro es diferente y ninguno es aburrido, aunque hasta ahora no ha escrito nada especialmente destacable.

Choque de reyes

El segundo libro de Canción de hielo y fuego es aún más largo que el primero e igual de intenso. La intriga está rota en mil pedazos y todos los Stark (me refiero a los que siguen con vida) desperdigados. El tema central la lucha por el poder, la guerra, la violencia y las intrigas.

El trabajo de Martin es ambicioso: ha inventado una geografía, religiones, razas (con sus pasados y leyendas), lenguas, casas (con sus lemas, emblemas, colores, etc); un teatro complejo y detallista donde situar el principal conflicto de la humanidad, el egoísmo.

A mitad de volumen desfallecí un poco, agotado por la continua suspensión provisional de seis o siete líneas narrativas diferentes. Pero no hay duda de que la historia engancha, y no sólo lo he terminado sino que he empezado el tercero. Eso sí, leo en diagonal las largas descripciones de ropas, comidas, listas de caballeros, etc, y me salto un poco los sueños de los personajes.

La cosa va tomando un cariz inquietante (para mi) hacia lo mágico. Espero que no se descontrole.

Atención, esto no es literatura infantil y juvenil, ni por los temas, ni por el tratamiento.

Parece que la calidad de la adaptación televisiva del primer libro está siendo extraordinaria y ya se está notando en las librerías, donde se pueden comprar los libros en tres ediciones: bolsillo (ilegible), rústica y lujosa, 20, 40 y 50 €. Yo los estoy leyendo en digital con el Papyre.