Otras inquisiciones, El hacedor y Autobiografía de J. L. Borges

• Sigo avanzando con mi proyecto Borges para 2018. Después de sus comentarios literarios (por ejemplo, los de sus libros de Prólogos) colocaría por importancia sus breves ensayos. En Otras inquisiciones se habla por ejemplo de los precursores de Kafka y del culto de los libros.  También están el antisemitismo, el nazismo, las alegorías en las novelas, el clasicismo en la literatura, el suicidio y la redención, el infinito, la lectura cabalista de la Escritura, los nombres de Dios, el infierno, el panteísmo. Va rastreando temas sorprendentes en la literatura, que parece conocer de forma universal. Relaciona, opone, concluye, inventa. Es difícil no tomarlo en serio mientras lo estás leyendo.Una originalísima percepción de la realidad.

• Luego situaría sus relatos. Por ejemplo, los incluidos en El hacedor (que también incluye poemas) que él contaba entre sus mejores libros. Ahí encontraremos el célebre Poema de los dones y su Arte poética.

El libro concluye con el célebre párrafo:

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.

• También interesante la Autobiografía de J. L. Borges, lo más largo que escribió. Retrato intelectual y moral con inteligencia, humor sutil y perfección en el uso del lenguaje. Su padre y su biblioteca, Cansinos, Macedonio, Bioy, Schopenhauer, Lugones, La Divina Comedia, la amistad, sus trabajos, sus viajes y conferencias, etc.

• El primero de los libros a cuatro manos que escribió con Bioy es Seis problemas para D. Isidro Parodi. Es indescriptible. Se sueltan la melena, juegan. Me he acordado de la imaginación del posterior Bolaño. Son relatos llenos de guiños a sus autores favoritos. Nadie habla así.  Es más interesante dejarse llevar por la verborrea loca de los autores que intentar seguir los casos.

El otro, el mismo, es el libro de poemas que sigue a El hacedor. Bellísimos sonetos, homenajes a numerosos autores. Era su libro de poesía preferido.

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Réquiem de Ajmátova y Rimas de Bécquer

• El libro de Torrecilla me ha hecho buscar Réquiem, el intenso y desgarrado poema de Ajmátova. Vale la pena. Días más tarde, buscando un verso, he recaído en las Rimas de Bécquer y he vuelto a refrescarlas todas, un éxito seguro para los principiantes en poesía.

• Hace cuarenta años que murió Nabokov, uno de los grandes del pasado siglo. Uno de sus libros más famosos y originales es Pálido fuego. Un escritor escribe un poema de 999 versos antes de ser asesinado. Un profesor hace un largo comentario al poema. Eso es el libro. Nabokov lleva lejos su capacidad inventiva (lugares, palabras, trama), y somete la realidad a un juego de espejos irónico y algo gamberro. Un experimento de metaficción que parodia el ejercicio de la crítica literaria. El poema resulta poco comprensible en si mismo (al menos traducido) y el resultado es prácticamente igual tras leer los comentarios. Una sinopsis del libro en Wikipedia. No es el título que recomendaría de este autor. Mucho antes Pnin o La verdadera vida de Sebastian Knight.

• Se habla mucho de La uruguaya, del argentino Pedro Mairal. Es la historia de un desmoronamiento y ataca con todo al matrimonio y a la paternidad, presentados como una pérdida de individualidad. Hay más temas como la vida de los escritores (talleres literarios, vivir versus escribir, realidad versus pensamiento, etc). Tiene pasajes bastante divertidos y detalles sexuales explícitos. Un libro con gracia, lleno de  argentinismos que se entienden bien, rápido, divertido y pesimista.

• Otra argentina, Mariana Enríquez, Las cosas que perdimos en el fuego. Relatos con toques de misterio. Sosa. Los protagonistas son siempre mujeres y pocos hombres quedan bien. Se dejan leer, pero poco más. Se anuncia un elemento de terror, y siempre ocurren cosas raritas (casas abandonadas, fantasmas, niños malditos). Hay toques de realidad política argentina. No me ha parecido una lectura interesante.

• Once es la primera colección de relatos de Highsmith. Esperaba más. Hay fantasía, terror, crimen, sorpresa y buen ritmo narrativo. Pero pocos me han entusiasmado.

Goodis, Fante y Flaubert

• Piglia decía en sus Diarios que Goodis era el mejor norteamericano de novela negra. Disparen sobre el pianista es su libro más conocido y es muy bueno. No desmerece de los de Chandler, Hammett o McDonald (Ross). Aunque éstos son muy constantes, y de Goodis sólo conozco este. Aprovechando el impulso, he releído por tercera vez la primera de Hammett, Cosecha roja, y me ha vuelto a entretener tanto como la primera. Un valor seguro. Me ha costado más terminar El Círculo Matarese, uno de los novelones de Ludlum que no había leído (es el de Bourne, la inolvidable Progresión de Aquitania, etc): líoso y largo.

Espera a la primavera Bandini, es la primera de una serie de cuatro de Fante, un novelista norteamericano del que me encantó Llenos de vida. Es fresco, rebosa realidad y tiene un talento narrativo muy destacable.

Bouvard y Pécuchet es el experimento inacabado de Flaubert, un libro lleno de sorpresas con dos personajes inolvidables que lo intentan todo y no hacen bien nada. Al final, como parte del trabajo de los dos copistas, se incluyen el Catálogo de ideas chic y el Diccionario de tópicos. Para muy interesados en el escritor francés.

Invitado de honor es el tercer libro de relatos de Joy Williams. No es la mejor cuentista norteamericana, como dice la propaganda del libro, pero está bastante bien. Algunas de las historias está menos conseguida pero todas interesan por una cosa u otra. Poco complaciente, algo ruda a veces, y con una vista fina para el comportamiento humano. No creo que siga con las demás colecciones del tomo, pero está bien.

Después de muchos meses he terminado Las flores del mal. Sólo he tenido paciencia para leer en francés el primer tercio. Leer el resto en la traducción no versificada no ha tenido ningún sentido, al menos para mi.

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