Manolete

Decepcionante biografía sobre Manolete. Es lo que se llama dar gato por liebre. En realidad es un libro sobre los primeros tiempos del franquismo donde se habla algo de toros. El periodista catalán que lo ha escrito no puede disimular su desprecio a la época de la dictadura. Lo deja claro desde la primera página y no suelta el látigo hasta la última. Particularmente tengo poca simpatía a ese periodo de nuestra historia, lo mire casi por donde lo mire, pero esta diatriba visceral y sectaria me ha molestado desde el principio, más cuando iba buscando otra cosa.

De Manolete se habla en un 20% del libro y no se profundiza en el personaje más allá de los tópicos conocidos por todos. El resto del libro está dedicado, además de a lo dicho, a todo tipo de temas circunstanciales. El autor está especialmente interesado en el mapa prostibulario de España en esos años. También se habla, y mucho, de Lupe Sino. Lo más estrambótico del libro es una escena de jugueteos amatorios entre Lupe y Manolete que el autor sitúa en Méjico: es una pieza de cuatro páginas que podría haber ido a a parar a un concurso de literatura erótica. Inventar algo así entre dos personajes reales que no lo han contado al autor es inaceptable y de mal gusto.

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Crímenes de Oxford

Me ha gustado Los crímenes de Oxford. No tiene grandes momentos, es una novela tranquila, pero se lee con agrado, no desfallece, mantiene un tono medio constante. Todo pasa en Oxford, como podían sospechar, pero no es una novela de campus. Una nieta al borde del ataque de nervios y dos padres dispuestos a hacer lo que sea por sus hijas.

Como telón de fondo ambiental, las matemáticas. Series lógicas, paradoja de Wittgenstein, teorema de Gödel y cosas así. Lo verdadero no siempre coincide con lo demostrable, una serie lógica se puede completar con la continuación evidente…o con otras. Todo bien digerible para el lector no especializado, aunque al borde de lo admisible en una novela de intriga. Hay salpicadas otras subhistorias de magia, espiritismo y crímenes.

La verdad llega al final, como todo en la novela , de modo tranquilo y sin estridencias. Sólo resulta forzada, un poco, la aventura sentimental del observador-narrador de la historia.

Como saben, acaban de adaptarla al cine en España, con “Frodo” como protagonista.

Por cierto, el escritor es doctor en matemáticas.

Un "buen libro"


Alberto Manguel es un cualificado lector argentino. Cuando escribe, lo hace sobre sus lecturas. Leí hace años dos libros suyos. Uno se titulaba “Historia de la lectura”, interesante aunque no imprescindible, y el otro “Diario de lecturas”, donde comenta 12 libros (algunos, bastante marginales) que considera fundamentales para él.

Leo el otro día un artículo suyo en el País sobre su idea de “buen libro”.

Entresaco algúnos párrafos donde aparece su tesis principal, con la que me siento identificado sólo en parte, pues me parece subjetiva, peligrosa y favorecedora de arbitrariedades.

“Buenas son las obras que, secretamente, cada lector elige para sí”,“El libro bueno es el libro bueno para mí”, donde “leemos de pronto en cierto párrafo, en cierta línea, la confesión de nuestros secretos más guardados, de nuestros deseos más ocultos, de nuestras intuiciones más indecibles”. “Un clásico nos abre puertas inesperadas sobre vistas ya conocidas, paisajes de infancia: leemos en él lo que de alguna manera ya estaba en nosotros. El lector habrá quizás sentido eseescalofrío del reconocimiento (como lo llamaba Henry James)”. “A veces, a solas con un libro, descubrimos que ha sido escrito para nosotros”.

Desde luego, coincido en esta cuestión no la decide la lista de “más vendidos” en El Corte Inglés:

El 10 de diciembre último, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, reunió al sindicato nacional de la edición francesa para proponerles autorizar la publicidad comercial de libros en la televisión, cosa que, por supuesto, sólo las grandes editoriales se podrían costear -y aun ellas sólo para sus best sellers-. Sarkozy resumió así sus argumentos: «Les diré qué cosa es un buen libro: un buen libro es un libro que se vende bien». A lo cual Ralph Waldo Emerson ya había contestado hace casi siglo y medio: «La gente no merece libros buenos, si es que le deleita tanto los malos».

Aquí tienen el artículo completo por si quieren ampliar.