Erdrich. La casa redonda

ErdrichJoe tiene trece años y vive felizmente con sus padres en una reserva india en Dakota del Norte. Nunca olvidará el verano de 1988, momento en que ingresó aceleradamente en la vida adulta. Ahora es un abogado que recuerda el momento en que su madre fue brutalmente violada y estuvo a punto de ser asesinada.

Su padre es juez y su madre trabaja en el registro tribal, algo que le da acceso a los secretos de todo el mundo. El sistema es lento a la hora de buscar al culpable y Joe investiga por su cuenta ayudado por sus amigos.

Es original el entorno del libro: rituales okibwes y chippewas, tradiciones y leyendas, un mundo paralelo. La historia principal está cruzada por otras narraciones insertadas que cuentan algunos de los protagonistas. El drama familiar es intenso y está bien contado. La familia perfecta es fuertemente golpeada y no se ve cómo van a salir de esta.

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A propósito de Abbott. Bachelder

abbottUn asunto interesante (un intelectual asfixiado por la vida familiar: hija de dos años y mujer embarazada), un tono estupendo (humor mordaz, inteligencia) y una estructura fragmentaria que lo hace interminable (90 capítulos independientes de dos páginas cada uno. 90 días, 3 meses). No cambiaría nada de una vida que no soporta, en eso se apoya todo y siempre es lo mismo.

Produce un efecto muy gracioso cuando intenta racionalizar situaciones en las que sólo hay amor y sacrificio, pero que son improductivas desde casi todos los puntos de vista.

Hay algunas breves pero burdas alusiones a la vida íntima matrimonial.

Me quedo con esta idea: en el matrimonio cabe el mal humor, pero nunca los dos a la vez. Es un privilegio que hay que repartir.

Kennedy. Tallo de hierro

Tallo_de_hierroOtro acierto más de la chistera inagotable de Libros del Asteroide (aunque este libro ya fue editado antes en España). Años de la gran depresión norteamericana en Albany. Francis Phelan es un vagabundo de 58 años, un desastre bebedor con muchos errores a cuesta, incluidas varias muertes que ha provocado. Fue deportista de nivel, abandonó a su familia, y ahora sólo se preocupa de qué hacer para resistir los siguientes veinte minutos.

El libro tiene un tono realista pero también alucinado, pues en su mente se aparecen los muertos que provocó y va recordando con ellos su vida. Hay también amistad, solidaridad y amor, y quizás aún no sea tarde para rehacer las cosas.

Los diálogos son muy buenos. Chispeantes, mordaces, llenos de vida y sinceridad (nadie tiene nada que perder), directos, descarados.

Una novela sobre el fracaso y la supervivencia, con violencia y promiscuidad y muerte, pero también con esperanza.

Una novela dura y en muchos sentidos destacable.