Joe tiene trece años y vive felizmente con sus padres en una reserva india en Dakota del Norte. Nunca olvidará el verano de 1988, momento en que ingresó aceleradamente en la vida adulta. Ahora es un abogado que recuerda el momento en que su madre fue brutalmente violada y estuvo a punto de ser asesinada.
Su padre es juez y su madre trabaja en el registro tribal, algo que le da acceso a los secretos de todo el mundo. El sistema es lento a la hora de buscar al culpable y Joe investiga por su cuenta ayudado por sus amigos.
Es original el entorno del libro: rituales okibwes y chippewas, tradiciones y leyendas, un mundo paralelo. La historia principal está cruzada por otras narraciones insertadas que cuentan algunos de los protagonistas. El drama familiar es intenso y está bien contado. La familia perfecta es fuertemente golpeada y no se ve cómo van a salir de esta.
La autora insiste una y otra vez en mostrar a Joe y a sus amigos como un grupo de jóvenes machos en celo. A esto se suman los continuos recuerdos venéreos de los abuelos de Joe. Esto da al libro una agresiva y permanente presencia de lo sexual que no justifica pero atenúa la gravedad de los hechos iniciales. Seguro que la autora no piensa que estamos ante una comunidad de pequeños salvajes, pero su enfoque no ayuda mucho a que no saquemos esa conclusión. Por otro lado Erdrich, escritora de prestigio, y descendiente ella misma de chippewas, es una activista reconocida en pro de los derechos de las comunidades nativas norteamericanas.
Este libro ha ganado el National Book Award de 2012. Me ha gustado el tono exótico y el estilo, pero se me ha hecho un pelín larga y además molesta por el tono soez.