Chandler. Adiós, pequeña

CHANDLEREn Adiós, pequeña un tipo gigantesco sale de la cárcel y busca a su antiguo amor y a quien le denunció. Al mismo tiempo, un gigoló estafador es asesinado mientras se dispone a recuperar un collar de jade. Marlowe de por medio en dos casos que terminan siendo uno.

Nuestro detective es el de siempre: su pipa, su botella, sus flirteos, su cabezonería y su intuición. Y su lengua. Esta novela, más que otras suyas, es de una esgrima verbal agotadora. En la novela hay mucha gente a la que molestan los chistes continuos de Marlowe, que terminan por hacerse cargantes al lector más entregado.

Joyas, drogas, whisky, estafas, asesinatos, corrupción policial. Se me ha hecho pesada. A la mitad mi principal interés era que terminara de una vez. Muy por debajo de El sueño eterno y de El largo adiós. Va a resultar que su calidad no es tan constante como ocurre, por ejemplo, en Hammett.

Salter. Todo lo que hay

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Treinta y cuatro años median entre esta cuarta novela y la anterior, en medio dos libros de relatos y uno de memorias. Aunque en España casi acabamos de llegar a él, la escueta producción de Salter (New York, 1925) es prestigiosa al completo.

Todo lo que hay cuenta la historia del editor neoyorquino Phillip Bowman, nacido en 1925, a quien seguiremos unas décadas a partir del final de la segunda guerra mundial. En este periodo Salter se moverá a su antojo arriba y abajo en el tiempo y también a derecha e izquierda, incluyendo numerosas historias de personajes que de algún modo se relacionan con el protagonista. A Bowman le gusta su trabajo, no es mala persona y se afana por lograr sus objetivos. De una forma u otra, no termina de encontrar su centro, en buena parte por el desarrollo de las sucesivas relaciones sentimentales en las que se embarca.

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Apaches. Oakley Hall

HALL_ApachesEl western sigue teniendo su público. El escenario es propicio para la aventura y el drama extremo, la civilización es mínima y la ley y la autoridad limitadas. Matar o morir sin contemplaciones por una mujer, un puñado de reses o unos acres de tierra.

Más allá de la fórmula, las novelas de Hall dignificaron un tipo de historias encasilladas con frecuencia en el puro entretenimiento, dotando de complejidad a los personajes y acercándonos a una época donde no todo era blanco o negro, como han querido muchas películas y abundante literatura de kiosko. Su mejor libro fue sin duda Warlock. Bad Lands y Apaches (1986) son inferiores pero tienen calidad.

En esta tercera novela la acción transcurre en Nuevo México, en la década de 1880, en medio de las sangrientas guerras del condado de Madison. Los protagonistas son un teniente de caballería, un pistolero, un sheriff y, naturalmente, la femme. Los conflictos: la posesión de unas tierras (el clásico enfrentamiento ganaderos-terratenientes), las tensiones fronterizas USA-México y las subidas y bajadas de turbulentas pasiones amorosas. Al mismo tiempo, la tribu apache gobernada por Caballito huye de su reserva y busca cabalgar de nuevo con libertad.

Todo resulta familiar (fuertes, cantinas, caballos, colts, whisky y soldados), hay viveza y buen ritmo, abundante diálogo y acción continua. Un digno entretenimiento que cabe considerar (siempre que se haya leído ya Warlock).