Guerra de los Balcanes

La infancia de Ildikó y su hermana Nomi transcurrió en Voivodina (Serbia) en un idílico entorno rural con Mamika, su tierna y sabia abuela. Pronto se reúnen con sus padres, emigrados a Suiza, donde se ocupan de la regencia de un café.

El relato alterna los esfuerzos por salir adelante en su dura vida de emigrados con los recuerdos familiares de Serbia. El derrumbamiento de la antigua Yugoeslavia trajo mucho dolor a una familia que tuvo que emigrar y vio morir al abuelo. Los gratos recuerdos de una vida propia de adolescentes, la parte más amable de esta historia, se siguen con la dura entrada en la vida adulta de la mano de una crisis nacional (La Guerra de los Balcanes) que alterará para siempre la vida de tres generaciones.

Ildikó narra en largas frases, que mezclan narración, recuerdos y diálogos. El tono general es íntimo, nostálgico, con toques poéticos y de humor. Un estilo de gran meticulosidad pictórica. Sin duda lo más sobresaliente del relato.

Esta autobiográfica novela de Nadj (Serbia, 1968) sobre la incomprensión y la impotencia obtuvo el Premio Alemán del Libro 2010.

Calle Katalin

Un buen libro que, sin embargo, me ha gustado sólo regular.

La tesis de la novela es que al final de la vida sólo quedan algunos momentos decisivos. La vejez hace cambiar los juicios y la escala de valores y nos arrastra a una síntesis esencial donde sólo importan algún escenario y alguna persona. La calle Katalin será la Arcadia de las hermanas Irén (la perfecta) y Blanka (la atolondrada) y de Henriett (judía), el momento de la infancia húngara en el que las tres, a su modo, amaron a Bálint. La deportación de los padres de Henriett, la muerte de ésta, el papel de Blanka, la prisión de Bálint, componen los hitos de la madeja de recuerdos de Irén, que intenta explicárselo todo y vuelve siempre a los mismos escenarios. Una historia de complicadas relaciones, donde los lazos de la sangre, de la amistad y del amor son puestos a prueba y no siempre resisten.

Esa calle de Budapest es el hilo conductor de recuerdos del pasado que se funden con personajes del presente, en una breve pero intensa narración donde se alternan la voz en primera persona de Irén, un narrador externo a los hechos y las voces y recuerdos de algunos otros personajes. La historia va fluyendo de un modo no siempre fácil de seguir, pero eficaz si no flaquea la atención del lector. El comienzo es particularmente difícil, por las elipsis temporales y la ausencia de referencias que nos sitúen hechos y personajes.

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Higiene del asesino

No se puede reprochar a un escritor que ceda a la tentación de convertirse él mismo en un personaje. Siempre me ha parecido que esto demuestra poca confianza en el mérito propio de lo que crean; como si sus libros necesitasen de una ayudita para valerse en esta vida. Esto le puede pasar un poco a Amelie Nothomb. Desde luego sus libros son originales. Como ella. Ninguno se parece a los anteriores. Me gustó bastante el primero, Estupor y temblores. Menos los dos o tres que he leído luego. Ahora he leído Higiene del asesino. No merece la pena. Es morboso y un poco repugnante. Una entrevistadora saca a la luz el secreto de un gran escritor que esta a las puertas de la muerte: mató a los 12 años a su prima, el único amor de su vida, justo en el momento en que pasaba de niña a mujer. Y eso para salvarla. ¿¿¿??? Las entrevistas son combates de boxeo de procacidades y faltas de educación disfrazadas de espontaneidad. Un rollo.