Delplanque. Un gramo de odio

Delplanque
Como ven, llevo meses tomándome con calma mi afición a la novela negra. Ahora me ha llamado la atención el francés Delplanque, atraído por la promesa de encontrar «algo distinto».

Y ha estado bien. Su personaje es Jon Ayaramandi, 68 años, asesino profesional retirado en un pueblecito marítimo del sur de Francia. Parece que han asesinado al novio de una amiga y es arrastrado a tomar contacto de nuevo con un mundo que había dejado atrás.

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Bobin y la lectura

BobinAutorretrato con radiador es un pequeño secreto a voces que comparto con mis amigos, un íntimo recuerdo que me hace sonreír a solas cuando veo tanta tontería como se publica, algunas de las cuales tengo que leer. Saber que existe y que puedo volver cuando quiera. Por eso he buscado ahora este otro tomito de Bobin, vacunado previamente contra la posibilidad de que no volviera a repetirse el milagro. Como así ha sido.

Un libro leve sobre la lectura, ocho piezas de confusa configuración. Creo que falla la concepción en el contenido y en la forma: narración con elementos de ficción pero con fines ensayísticos, prosa con aspiraciones de poesía pero buscando el aforismo. Un lío.

De todas formas se pueden espigar comentarios luminosos sobre la pasión por los libros. Personas volcadas en el mundo y en las cosas, y otras en las palabras y en la soledad (y, desde ellas, en la verdad y en la vida). El hombre social, útil, y el que no quita ni añade nada al mundo, simplemente lo abandona, el que “empuja ante sí el rebaño de sus pensamientos”. “Es difícil ir de lo inútil, la lectura, a lo útil, la mentira (el mundo)”

“Para qué sirve leer. Para nada, o casi. Es como jugar. Es como rezar”. “Leo para ver, para ver bien –mejor que en la vida- el deslumbrante dolor de vivir. No leo para que me consuelen, no leo para comprender”.

O la diferencia que puede encontrarse entre la lectura de la Biblia y la de un periódico.

Los náufragos del Batavia. Leys

LEYS_BataviaAcabo de toparme, por recomendación de un amigo, con Simon Leys, un belga octogenario que vive en Australia y escribe sobre China, el mar y otros asuntos.

En 1629 un barco mercante holandés naufragó cerca de Australia. Mientras los jefes iban en busca de ayuda, se hizo cargo de la situación el tercero de a bordo, que resulto ser un psicópata sanguinario, manipulador y retorcido que masacró a buena parte de los supervivientes antes de  ser él mismo juzgado y ejecutado.

Leys se obsesionó con esta historia pero en 2002 se publicó un libro al respecto que consideró definitivo y sólo se animó con esta pequeña pero apasionante crónica que no llega a 100 págs en esta edición de El Acantilado.

El hecho es tremendo y desagradable, en la línea de El señor de las moscas. Odios, concupiscencia, peligros y embrutecimiento. Leys es breve, claro y preciso, y nos informa de todo lo esencial que pasó en esos tres meses de reinado del crimen.

Naturalmente, voy a buscar La felicidad de los pececillos, artículos de Leys con asunto literario.