Teatro en el coche

He oído un par de obras de teatro en el coche aprovechando dos viajes, Fuenteovejuna y El alcalde de Zalamea. Leyéndolas distingues mejor que por las voces quien habla en cada momento y es más nítida la estructura de la obra. Oyéndolas nos acercamos más al teatro real y captamos con un sentido más la sonoridad de los versos.

No ha sido una experiencia extraordinaria pero es una buena alternativa a la música para las horas de conducción. También hay en este formato poesía, novela, etc.

Me ha pasado el mismo amigo El Quijote en mp3, ya lo probaré otro día.

Sunset Park, de Auster

Cuatro inquilinos ilegales, sin nada que ver con los okupas clásicos, comparten una casa abandonada en Sunset Park, un barrio de Brooklyn, tan frecuentado en las novelas de Auster. Bing es músico y arregla cosas estropeadas, Ellen pinta y Alice escribe su tesis doctoral. Miles, mientras espera a que su novia cumpla los 18 años, ha vuelto a New York dispuesto a reencontrarse con su familia, a la que no ve desde la muerte de su hermanastro, ocho años atrás.

Además de las de estos personajes, Auster introduce aquí y allá las historias de otros muchos, las actuales parejas de los padres de Miles y de las hermanas de su novia, un escritor, varios jugadores de béisbol famosos, etc. La rica inventiva de Auster se va mezclando con sucesos históricos y actuales de modo pertinente y bien trabado. Se trata de una amplia mirada a un mundo complejo de personas desorientadas, cultas e instruidas la mayoría (casi todos leen, o escriben, o editan) pero que no saben que hacer con sus vidas.

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Tóibín. Brooklyn

Primera cosa que leo de Colm Tóibín, y me ha gustado.

Eilis Lacey tiene por delante una vida provinciana con pocas perspectivas. Vive con su madre y su hermana mayor, su padre falleció y sus hermanos emigraron a la ciudad para trabajar. Surge la posibilidad de ir a América. Allí encontrará en esos años cincuenta oportunidades, el primer amor y buenas perspectivas, pero todo eso tiene un precio, lo que se deja atrás. Un acontecimiento imprevisto en su Irlanda natal la pondrá en el disparadero de tomar nuevas decisiones clave en su vida.

Brooklyn es una reflexión sobre la identidad, el exilio (físico y emocional) y el poder de la familia en el desarrollo personal. Eilis va madurando a lo largo de la historia, descubriendo un mundo de contrastes (por ejemplo, el fuerte clasismo y racismo existente en el país de la libertad) y aceptando todos los lados que coexisten en las personas. Tóibín tiene gran habilidad y elegancia para narrar escenas vívidas y muy físicas -como las consecuencias del viaje en barco a América o dos breves pasajes sensuales- aunque sin que lleguen a resultar molestas.

Una historia sencilla pero que capta por entero gracias a dos aciertos: un personaje sólido (cercano, bien delineado-contado, real y palpitante) y un estilo clásico y lineal (transparente, por completo volcado en la historia, sin una sola nota falsa, alejado de toda experimentación). El nervio del relato es el complejo mundo de la libertad. Tomar elecciones es siempre dejar otras cosas, el peso de los compromisos, los cantos de sirena que pueden apartarnos del camino emprendido, el peso de los sentimientos, la tentación de dejarse llevar. Es imposible no sentirse implicado e interesado en el mundo interior de Eilis. Una narración falla estrepitosamente en el momento en que el lector deja de querer saber. Tóibín (1955, Irlanda) salva este escollo sirviéndose sólo de un sencillo realismo, trasladando sin aburrir nunca el mundo interior de una joven.