Prosas de Martínez Mesanza

Breves escritos sobre temas variados: poética, poesía, Dante, literatura, Samuel Johnson, arte, amor, guerra, Biblia. Poeta de primer nivel y gran lector (en lengua original, deteniéndose, sensibilidad para lo importante, herramientas para saber explicar lo que lee). Me ha recordado las Virutas de taller de Miguel D’Ors (que es más profesoral) y los Diarios de Jiménez Lozano (que es más teológico y menos poético). Para lectores muy cultos (yo me he sentido sobrepasado por todos lados). Me anoto Lucrecio, Cirlot, Spengler, Alain y Florenski. La lista es tan grande que qué más da unos cuantos más.

Muchos buenos lectores de digamos, novelas traducidas del inglés, podrían, utilizando el tiempo que dedicaron durante dos o tres años a la lectura de varias obras de 700 ó 1000 páginas, aprender lo suficiente de ese idioma para leerlo directamente. Sin intermediarios.

Personas muy inteligentes y muy cultas, que son capaces de admirar y descubrir la excelencia allá donde se encuentre, son incapaces de ver que lo que ellas mismas escriben son tonterías.

El zorro conoce muchas cosas y el erizo solo una, pero definitiva. Isaíah Berlín dice que son erizos Platón, Lucrecio, Dante, Pascal, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Ibsen y Proust. Zorros en cambio Heródoto, Aristóteles, Montaigne, Erasmo, Shakespeare, Molière, Goethe, Pushkin, Tolstoi, Balzac y Joyce.

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Simonetti. Madre, que estás en los cielos

A Julia Bartolini, la protagonista, de 77 años, le quedan meses de vida. Los aprovecha para redactar unas memorias en las que repasa la historia de sus padres, su propio matrimonio y la conflictiva relación que mantiene con sus cuatro hijos.

El autor (chileno, 1961) declara explícitamente en el prólogo su intención de criticar la visión de la familia que defiende la Iglesia Católica, en particular la defensa de modelos rígidos en cuanto al género.

Andrés, el hijo menor de Julia, es homosexual. Julia es presentada como una mujer tradicional, culta, ordenada y presa de las convenciones. Simonetti “salva” al personaje haciéndole aceptar por motivos sentimentales comportamientos contrarios a sus convicciones (la infidelidad de su padre, el matrimonio inadecuado de una de las hijas, la orientación sexual del hijo). El libro no es agresivo sino más bien equilibrado. Hay cosas positivas como la importancia del perdón y de la sinceridad.  APROBADO.

Amanecer. Fin de La guerra de las dos Rosas. Iggulden

Concluye la tetralogía dedicada a la guerra por el poder en Inglaterra entre las casas de Lancaster y York. Lo narrado en este cuarto libro empieza en 1470 (el conde de Warwick vuelve a Inglaterra y se enfrenta a los York, entonces en el poder) y concluye en 1485, con las dos casas unidas e iniciándose el periodo Tudor.

Acaba un relato de casi dos mil páginas, que abarcan treinta años interesantes de la historia de Inglaterra. Los libros son serios y a la vez amenos. Puede resultar algo repetitiva la sucesión de intrigas, traiciones y batallas, pero el relato es siempre ágil y es viva la imagen que se muestra de la trastienda del poder. Reyes, nobles y militares se alternan con espías y personajes del pueblo, con lo que la imagen global es completa y representativa. Esta cuarta entrega es quizás la más dramática, y muestra con intensidad hasta donde están dispuestos a llegar los protagonistas siguiendo su ambición y el peso del pasado: viejas heridas, venganzas y ejecuciones. Me ha parecido la de más calidad junto con la segunda.

Iggulden trabaja sus libros y luego sabe divulgar con acierto. Los mapas, cuadros genealógicos, lista de personajes y notas históricas demuestran lo primero y el cuidado de los personajes y la emoción de las batallas lo segundo. Como ya hizo con las figuras de César y Gengis Khan, opta por narraciones de largo recorrido que le permiten desarrollar a fondo los conflictos, apoyado por el seguro colchón de la historia. BIEN.