Marcus Messner cae a bayonetazos en una trinchera de Corea en 1951. Una prometedora vida que no logra sobrepasar los veinte años de edad. Indignación cuenta el último año de su existencia, en el que dejó su ciudad natal por un conflicto familiar, entró en una universidad que le obligaba a asistir a un servicio religioso semanal, se enamoró de la chica inadecuada y terminó sirviendo en una guerra que no comprendía. Tratándose de Roth, ya se sabe que todo está contado con maestría e intensidad, que es el padre de Marcus quien provoca la huída de Newark a Ohio, que los Messner son judíos, que Marcus es ateo y muy inteligente y que el sexo tiene un papel fundamental en su iniciación a la vida adulta y en esta historia.
Un puente sobre el Drina

He leído con interés -pero con ganas de acabar crecientes- esta célebre novela de Ivo Andric. Hacía mucho que sabía de ella pero hasta ahora no ha llegado su momento.
Casi cinco siglos de historia en Vichegrado, un pueblecito bosnio. El puente se construye en 1571 y el relato concluye en la Primera Guerra Mundial.
«Allí aprendieron a adoptar la filosofía inconsciente de la pequeña ciudad: la vida es un milagro incomprensible; se gasta y se diluye sin cesar, y no obstante, dura y permanece sólidamente como el puente sobre el Drina».
La corona de hierba
Extraordinario también este segundo volumen de la saga romana de McCullough. El peso lo siguen llevando Mario y Sila, dos personalidades aplastantes y muy por encima de los que les rodean. Como es lógico terminan enfrentándose, sin dejar -o precisamente por eso- de respetarse y temerse mutuamente. Incluso guardándose afecto. Son un modelo de éxitos y cualidades pero querían el poder a cualquier precio.
Empieza a brillar la estrella de César. Mario le ve venir e intenta encadenarlo a responsabilidades religiosas (en el sentido romano del término, naturalmente). El joven Cicerón ya se hace notar.
El escenario bélico es ahora Italia (guerra civil contra pueblos itálicos) y Oriente (Mitrídates).
