Adiós a García-Valiño

GARCIA-VALIÑO_SócratesEl sábado falleció Ignacio García-Valiño, un escritor aragonés de cuarenta y seis años. Le conocí en el Colegio Mayor Albayzín, en Granada, donde comió y compartió un rato de tertulia con los que entonces vivíamos allí. Era cordial, agudo y, naturalmente, estaba pirado por la literatura. Leí por entonces dos de sus novelas y me pareció un narrador con talento. Rescato del baúl de los recuerdos lo que escribí en 2003 sobre su quinta novela:

García-Valiño (Zaragoza, 1968) se suma aparentemente en su quinta novela a la estela de Pérez-Reverte y continuadores (Asensi, Fernández, Somoza, etc): un detective y un asesinato misterioso que resolver, un clima y unos personajes cultos. A la vez, se apunta  a la corriente de divulgadores de filosofía aplicada a la vida corriente que ha dado en los últimos años títulos de éxito como los de Marinoff (Más Platón y menos Prozac) o Botton (Las consolaciones de la filosofía), entre otros. Una apuesta en busca de ventas y crítica, las dos caras del éxito.

Aspasia de Mileto, muerto su esposo Pericles, regenta un prostíbulo de lujo en Atenas. Además de dominar las artes del placer, sus pupilas están formadas en la literatura, la historia, la música y el pensamiento, en oposición el papel marginal que se reserva a la mujer en esa sociedad. Anito, uno de los principales instigadores de la muerte de Sócrates, es encontrado muerto en las dependencias de Aspasia y Pródico de Ceos, sofista, será el encargado de investigar el crimen.

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Leer o no leer

En el año 1998 vivía en el Colegio Mayor Albayzín, entre otros con Javier García-Valiño, profesor de filosofía de enseñanza media. Invitamos a una tertulia a su hermano Ignacio, escritor. Hasta hoy no me han interesado especialmente sus libros: «Una cosa es el silencio» me pareció un poco delirante y aburrido y «Las dos muertes de Sócrates», algo más entretenido y ambicioso, fallaba por su trampa y su morbo.

Sí recuerdo en cambio de ese rato con él la lúcida respuesta que dio a un residente a la pregunta «¿qué le dirías a una persona a la que no le gusta leer?» García-Valiño no se entretuvo en disquisiciones (vivir otras vidas, habitar otros mundos, entretenerse, aprender, enriquecer la inteligencia, adquirir la expresión, etc, etc). «¿Que qué le diría?, pues !que se j…¡».

Yo no hubiera podido expresarlo mejor con tres palabras ((con perdón)).