Novelas españolas

Me pide un amigo una lista de novelas españolas. Me ciño a autores vivos, que interpreto que es lo que le interesa.

• Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama
• Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios
• Juan Marsé, Ultimas tardes con Teresa
• José Luis Sampedro, La sonrisa etrusca
• Blanca García-Valdecasas, Por donde sale el sol
• Arturo Pérez-Reverte, El Club Dumas o El maestro de esgrima
• Alvaro Pombo, El metro de platino iridiado o Aparición del eterno femenino…
• Javier Marías, Corazón tan blanco
• Antonio Muñoz Molina, Plenilunio
• Manuel Rivas, El lápiz del carpintero

El de Ferlosio creo que sigue siendo un libro muy válido. Los que dicen que es pesado es seguramente porque lo han estudiado en el bachillerato pero no lo han leído.
De Mendoza no les recomiendo ninguno de los libros posteriores a esos.
Marsé, con todos los pero extraliterarios que quieran, puede ser el mejor narrador vivo que tenemos. De Pombo, creo que es el que tiene más talento y genio.
Marías, o te gusta o no te gusta, per desde luego es imprescindible en una lista así.
Entre los «jóvenes» me he quedado con Rivas, aunque también cabría algo de Bonilla, o Soler, o Prada,…

El sitio de Mendoza

Hace unos días cumplió sesenta y cinco años Eduardo Mendoza. Dejé pasar la ocasión de decir algo por el sentimiento agridulce que me viene siempre que sé de él. Para mi constituye el paradigma de lo que pudo haber sido y no fue, o, al menos, no está siendo. No sé si es un problema de falta de exigencia y rigor, de cansancio, de falta de inspiración, o de todo un poco, pero la realidad es que no levanta cabeza.

Tiene una novela extraordinaria, La ciudad de los prodigios y una muy buena, La verdad sobre el caso Savolta. Todo lo demás es mediocre. No pretendo ser tajante, pero estamos ante un caso de escritor de talento, del que cabe esperar mucho (pues lo ha demostrado), y que se conforma con parodias más o menos humorísticas y de preocupante falta de sustancia.

Empleando el modo de hablar taurino, sigo esperando que recupere el sitio y que sus frecuentes aportaciones al absurdo debate de la “muerte de la novela” no reflejen su perspectiva sobre su propia obra.