Trilogías, 3 de 12

Series extranjeras de temática realista

Jean D’ORMESSON
El viento de la tarde, 1985
Todos andan locos por ella, 1986
La felicidad en San Miniato, 1987

Marcel PROUST, En busca del tiempo perdido
Por el camino de Swan, 1913
A la sombra de las muchachas en flor, 1918
El mundo de Guermantes, 1920
Sodoma y Gomorra, 1922
La prisionera, 1923
La desaparición de Albertine, 1925
El tiempo recobrado, 1927

José SARAMAGO, Trilogía involuntaria
Ensayo sobre la ceguera, 1995
Todos los nombres, 1997
La caverna, 2000

Cormac McCARTHY, Trilogía de la frontera
Todos los hermosos caballos, 1992
En la frontera
Ciudades de la llanura

Robertson DAVIES, Trilogía de Cornish
Angeles rebeldes, 1981

D’Ormesson (saga familiar, segunda guerra mundial, lujo y glamour), Saramago y Davies: magníficas. De Davies sólo he leído la primera pero iré a por las otras. También tengo en casa, en un tomo, su Trilogía de Deptford.
De la de McCarthy sólo lei la primera y no creo que siga. Son sus libros más conocidos pero en absoluto los mejores.
A Proust lo cito porque es un clásico muy influyente, estudiado e imitado. Sólo he leído la mitad del primer libro y me superó por completo continuar. Y he hecho dos intentos.

Test de Proust

Test de personalidad que se hizo célebre por las respuestas que dio Marcel Proust en 1890. Hay por ahí todo tipo de versiones de este cuestionario. He buscado el original inglés y la versión francesa que empleó Proust. No consideró (¿?) la pregunta 21 y (con buen criterio) una que existía en el original inglés sobre comidas y bebidas. En el test original no existe, y la incluyo, la 22. Las respuestas del escritor francés no me parecen especialmente interesantes, la mayoría son literarias y pringosas (demasiado pendiente –para mi gusto- de sus sentimientos y de los de los demás). Las preguntas, en conjunto, están bien. Yo quitaría algunas e incluiría otras, pero ya sería otro test. La única aportación que me permito es ordenarlas con cierta lógica en cuatro bloques de importancia decreciente. El número que mantengo ante cada una es el del orden que ocupaban en el test original.

Se puede responder básicamente de dos maneras:
1. Con sinceridad (hasta donde podemos saber)
2. Buscando una imagen (la que nos gustaría; la que creemos que tienen los demás a quienes no queremos defraudar; la que queremos tener; buscar el humor, el ingenio, la inteligencia, por encima de la verdad, etc). Veo poco interés –aunque lo comprendo- en este enfoque.

El test.

 

Una de Proust

De Proust sólo he leído Por el camino de Swann, primera parte de la primera parte de la Recherche. Me pareció de un estilo delicioso pero aburrido. No me animé a seguir. No sé si está exagerada la importancia de este autor, aunque sin duda es interesante.El escritor francés muró el 18 de noviembre de 1922 a los 51 años. Recordaremos el evocador y archifamoso fragmento de la magdalena que se encuentra en el principio de Por el camino de Swann:

«Me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba…
[…] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»